El noveno conseller despachó ayer con el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra. Serafín Castellano, nuevo delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, acudió al Palau de la Generalitat a presentarse al jefe del Consell tras tomar posesión del cargo el pasado 16 de junio. Castellano cumplió así la formalidad con Fabra es el primero de los cargos institucionales que visita tras su nombramiento aunque, conseller de Gobernación desde 2007, ha ocupado silla en el Ejecutivo autonómico hasta hace algo más de dos semanas. El de ayer fue el primer encuentro oficial entre ambos desde que Fabra se viera forzado por Génova a apartar a Serafín Castellano de la secretaría general del PPCV por los malos resultados de las elecciones europeas. El presidente, pese a las reticencias de Madrid, consiguió situar a Castellano en la Delegación del Gobierno para dar una «salida digna». Éste se comprometió ayer con Fabra a «ayudar» a que las prioridades de la Generalitat sean escuchadas por el Gobierno central.

Aunque en el breve encuentro no se entró al detalle, el propio Fabra ya apuntó en la toma de posesión de Castellano los asuntos que más preocupan al Palau de la Generalitat: financiación autonómica, la mejora de las inversiones para incrementar la productividad de las empresas, el corredor mediterráneo y el déficit hídrico. Además, hay otros asuntos pendientes como el proyecto Castor, el almacén de gas submarino ubicado frente a las costas de Vinaròs y que se relaciona con los seísmos registrados en su día en la zona. Aunque la actividad está paralizada, tampoco se ha enterrado por completo.

Castellano garantizó al presidente de la Generalitat que se va a «potenciar» la «coordinación» entre los diferentes ministerios y las conselleries. El objetivo es lograr que los asuntos se aborden previamente entre el Ejecutivo central y el Consell para conseguir la «máxima coordinación posible» a la hora de desarrollar las iniciativas o exponerlas públicamente. Ésta es una cuestión muy sensible tras la crisis provocada la semana pasada por las declaraciones en Valencia del secretario de Estado de Administración Públicas, Antonio Beteta, quien dejó en evidencia a la Generalitat al sostener que ésta todavía tiene margen para recortes en el gasto, cuando el Ejecutivo autonómico asegura que se ha «tocado hueso» y se declara insumiso ante las exigencias de Madrid de que meta la «tijera» al gasto social. Con todo, el incidente con Beteta, según fuentes de la reunión, no llegó a tratarse expresamente. Pero la cuestión sobrevolaba sobre la reunión, máxime cuando dirigentes del PPCV, como el barón provincial de Castelló, Javier Moliner, pidió a Génova que Beteta no pise la C. Valenciana.

El subdelegado, pendiente

El nuevo inquilino del Palau del Temple de Valencia quiere servir de «puente» entre la Generalitat y el Gobierno, a modo de noveno conseller de Fabra. «Sóc un delegat del Govern que parla, pensa i sent en valencià», proclamó Castellano en su toma de posesión, en lo que fue toda una declaración de principios.

Y se ha marcado como objetivo el conseguir unas «relaciones fluidas» entre la Administración central y las conselleries en un momento clave en puertas de la confección del anteproyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2015, el año clave en que tendrán lugar las elecciones autonómicas y locales y, meses después, las generales. Ahí se lo juega todo Fabra e incluso Rajoy, ya que unos buenos resultados en la C. Valenciana son necesarios para seguir en la Moncloa. El Consell espera de Rajoy un gesto inequívoco en forma de nuevo sistema de financiación o una compensación para cubrir los servicios básicos de 1.000 millones. Para completar su organigrama Castellano necesita un subdelegado del Consell en Valencia (Fabra situó a Luis Santamaría como nuevo titular de Gobernación), un nombre que podría salir de segundo escalón del Consell y que, en todo caso, se conocerá en los próximos días.