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Cirugía

El riesgo de muerte obliga a retirar las bandas gástricas a cientos de pacientes

Los afectados optaron por esta técnica para someterse a una reducción de estómago - El desplazamiento de la anilla de silicona provoca vómitos, úlceras y perforaciones

El riesgo de muerte obliga a retirar las bandas gástricas a cientos de pacientes

Se operaron hace años por una cuestión de salud y ahora la están perdiendo. Decenas de pacientes que en su día se sometieron a una intervención quirúrgica para implantarse una banda gástrica están volviendo a las consultas atenazados por dolores, vómitos, perforaciones de estómago, úlceras e infecciones. Al llegar a la cita se encuentran con una misma frase: o se retiran la banda o su vida corre peligro.

Esto es lo que le ha ocurrido a Clara, José o Inma. Son solo tres de los miles de pacientes que operaba cada año el doctor Vicente Dolz, en el hospital Virgen del Consuelo, de Valencia, explican. Según relatan los afectados, este cirujano intervenía a personas obesas de toda España. «En la consulta había gente de Tenerife, Barcelona, Madrid. Nos dijeron que era el mejor, el único que operaba en ese momento con esta técnica en todo el país», cuenta Clara a Levante-EMV. Se calcula que por el momento ya se han retirado más de 600 bandas, unas anillas de silicona que reducen la capacidad del estómago en la Comunitat Valenciana. Se desconoce el número de afectados en otras comunidades autónomas.

«Primero comienzan las molestias. Después vienen los vómitos. Cuando vas al médico te dicen que te la tienen que quitar y cuando te abren, ven de todo», cuenta Pepa, la madre de Inma (que tiene 30 años). Atiende al periódico en la cafetería del hospital Nou d'Octubre, mientras acaban de subir a planta a su hija desde Cuidados Intensivos. «Operaron a Inma en 2007, con 18o kilos. Hace un mes y medio vinimos a la consulta. Le dijeron que le tenían que retirar la banda y cuando la abrieron vieron que tenían que extirparle el 60 % del estómago porque había necrosado». Pero el calvario no terminó ahí. Debido a las horas que se pasó en quirófano cogió una infección pulmonar. Más tarde detectaron que tenía una fuga en el estómago y que se encharcaban los pulmones. «Creí que mi hija se moría», cuenta Pepa tras ver a su hija fuera de la UCI. Sin embargo, el susto no se le va del cuerpo. Inma se tendrá que someter a una colonoscopia y sellarle con titanio la diminuta fuga de su estómago. Mientras, Clara, que conoció a Inma en la consulta del doctor Dolz, sufre al imaginar que ella podría pasar por lo mismo.

«Me operé en 2006, pesaba 128 kilos; no fue una cuestión de estética, sino de salud. Me dijeron los médicos que o bajaba el peso o no duraría mucho. Y ahora, mírame», lamenta Clara. Cuenta la afectada, de 44 años, que la operación para retirarse la banda cuesta 12.500 euros, y que por la Seguridad Social tardarían «demasiados meses». También se operó en la privada porque el servicio público solo lo hace a partir de los 150 kg, asegura. «Tengo una hija pequeña, no quiero morirme. Me da miedo pensar en lo que puedan encontrarse cuando me abran».

El cirujano está inhabilitado

Los pacientes del doctor Dolz no están nada tranquilos. Sobre el cirujano pesa una condena de cuatro años de inhabilitación y un año y medio de prisión por la muerte de un paciente de 19 años con obesidad mórbida al que causó una perforación intestinal en una operación de las mismas características y en el mismo hospital. La juez señaló que el acusado no dio importancia a los síntomas de dolor que manifestaba el paciente, al que no llegó a explorar durante el posoperatorio.

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