La obsesión de Marcos Benavent por grabar a sus interlocutores mientras pactaba mordidas o contaba comisiones fue un seguro de vida. «Uno vive con miedos e inseguridades y, en ese momento, lo ves como un seguro a posibles historias a futuro. Y entras en esa dinámica y, sin darte cuenta, vas haciendo cosas...»

El ex gerente de Imelsa admitió que se subió al carro de la corrupción por mimetismo con el entorno y porque se hizo adicto al dinero. «Yo era un yonqui del dinero. Uno vive en la inconsciencia y es un yonqui del dinero. Entonces, uno entra en una historia y ves que casi todo el mundo está así y es lo que hay. Todo el mundo está en movidas», admitió a los periodistas, aunque se negó en rotundo a especificar quién, cómo, cuándo y dónde. Una forma de actuar que «era la de todo el mundo. Yo no descubro las Américas. Hoy me ha tocado a mí, mañana será otro... No estoy descubriendo nada. Casi todo el mundo está en historias», insistió. Unas corruptelas que dice haberse encontrado en su inquietud viajera. «Yo he viajado por el mundo y se repite en muchos países. Si te vas a América, ves las movidas que hay; si te vas a África o a Asia, lo mismo».

«No compartía muchas cosas con el PP»

Aunque durante años no le hizo ascos. Ni siquiera a trabajar para una administración con la que no comulgaba. «Al principio [mi relación con Rus] era una confianza profesional... Yo no compartía muchísimas cosas con el PP, ni con la forma de gobernar o las cosas que se están haciendo a todos los niveles. Entonces yo no me callaba. Tenía mis enganchones y mis historias con todos por decir lo que pensaba... Cada uno me veía como me veía...»

Sus diferencias políticas no le impidieron dirigir la empresa de la diputación, Imelsa, para la que sólo tuvo buenas palabras, a pesar de haberla saqueado. «Es una empresa ejemplar. Los trabajadores hacen grande esta empresa. La empresa ha dado positivo siempre: Certificados de calidad, la Reina nos entregó un premio de camino solidario, hemos colaborado... Han tenido siempre los mejores instrumentos para trabajar, la empresa es una gran empresa y ahí está el trabajo que hacen cada día...»

Hasta que un día cayó del caballo, como San Agustín. No aclaró cuál fue el desencadenante. «Yo era muy crítico. La gente que me conoce y estaba a mi lado sabia que esta situación no podía ser. (...) Llevo tiempo viviendo en la inconsciencia. Y estaba en una situación que yo en diciembre no podía aguantar mas...»

En ningún momento, según su versión, se puso en contacto con Alberto Fabra para advertirle del entramado del que había formado parte. Negó haberse reunido con el presidente de la Generalitat en un bar del Camino de Moncada, como aseguró el diputado de EU, Ignacio Blanco, en el «Debate Definitivo» de Levante-EMV. «Conozco personalmente a Fabra. Yo le llamé por teléfono después del Congreso de Sevilla [del PP], en el que se montó un lío por unas declaraciones y una cena famosa...», explicó Benavent, en referencia a la polémica que se generó en el 17 Congreso del PP, celebrado en Sevilla en febrero de 2012, en el que criticó durante una cena a la secretaria general del PP, Maria Dolores de Cospedal, crítica que erróneamente se achacó a Alfonso Rus. «En la cena de Sevilla yo provoqué en parte toda la discusión». Alberto Fabra se interesó por hablar con él. «Me dijeron que quería hablar conmigo y yo le llamé y le dije: Bueno, si necesitas alguna cosa... Aunque asegura «no tener ni idea» sobre si Fabra estaba enterado de las mordidas en la Diputación y el Ayuntamiento de Valencia.

Desde que abandonó la Diputación no ha hablado ni con Fabra, ni con Rus ni con Alcón. «En cinco meses no he vuelto a hablar con nadie». Ni siquiera se siente amenazado por su decisión de tirar de la manta. «No tengo amenazas, ni tengo miedo. Aquí estoy. Pueden venir a por mí. Pero no he hablado con nadie de la política en los últimos cinco meses». Un temor que no comparte su abogado, quien sí cree que Marcos Benavent está «en peligro, porque está implicando a gente que se ha hecho multimillonaria» con las supuestas mordidas. Para saber el desenlace completo del sainete, habrá que esperar.