La desorientación que vive el partido popular tras el batacazo del 24M se evidenció ayer con toda su crudeza a cuenta de la posición del PP en el debate de investidura de Ximo Puig como presidente de la Generalitat. El jefe del Consell, Alberto Fabra, anunció por la mañana ante los periodistas, tras reunirse con el presidente de las Corts, Francesc Colomer, que se abstendría en la votación. Apenas una hora después, su número dos, la coordinadora general del PPCV, Isabel Bonig, corregía al presidente en una rueda de prensa y mantenía que el partido votaría que no.

La rectificación a quien todavía es formalmente el líder del partido evidencia la situación un tanto surrealista que vive la formación popular, con un presidente que ya ha anunciado que no seguirá, pero que pretende quedarse en el cargo hasta que se celebre el Congreso Regional previsto para después de elecciones. Una decisión, además, alentada por Génova, que ha cerrado la puerta a congreso extraordinarios.

La dificultad del PP en fijar una estrategia de cara al debate de investidura estalló ayer, pero venía fraguándose desde la misma noche electoral cuando Fabra dio por perdida la Generalitat y asumió que gobernaría el bloque de la izquierda. Pocos días después, cuando el pacto entre el PSPV y Compromís estaba encallado, dio a entender que ni siquiera presentaría su candidatura. Sin embargo, esta postura no era aceptable para un sector importante del partido. Incluso hasta ayer en el grupo parlamentario se daba por seguro que el PP presentaría candidato apoyándose en que ha sido la fuerza más votada. Lo que todo el partido daba por hecho es que el PP votaría que no a Puig en la investidura. La posibilidad de abstenerse sólo se barajó cuando se abrió la posibilidad de que el PSPV diera la espalda a Compromis y acabara pactando con Ciudadanos. El propio Fabra en otra comparecencia puso precio a esa abstención: apoyo para gobernar en los municipios donde había obtenido mayoría. El acuerdo del Botànic cerró la puerta a esta opción y el no del PP era inevitable.

«Respetuosos» con la gente

De ahí que sorprendiera tanto y causara tal revuelo interno que Fabra ayer, tras verse con Colomer dentro de la ronda de consultas para proponer un candidato a la Generalitat, anunciara a los periodistas que su grupo iba abstenerse en la investidura. Fabra dijo que no tendría sentido dar el apoyo a un proyecto con el que no coinciden, si bien «los ciudadanos han hablado y han querido cambio y hay que ser respetuoso con ello».

La afirmación causó tal extrañeza que los periodistas pidieron a Fabra que aclarara su viraje. El jefe del Consell negó tal vaivén, alegando que el escenario de un eventual acuerdo con C's y PSPV no se ha dado, sino que ha habido acuerdo entre tres partidos que suman la mayoría absoluta y el PP va a «respetar la voluntad de los ciudadanos». Matizó que no era «un cheque en blanco» y estarían vigilantes. Fabra hizo esta afirmación en presencia del vicesíndic, Jorge Bellver, y del vicepresidente de las Corts Alejandro Font de Mora, quienes, según fuentes del partido, se enteraron ahí de la posición.

Con el titular de la abstención del PP ya circulando en las ediciones digitales de los diarios, Bonig —quien ya había sido alertada de lo ocurrido por responsables del partido— se preparaba para una rueda de prensa convocada a las once. Se retrasó 20 minutos, el tiempo que duró la conversación que Fabra y Bonig mantuvieron para tratar de reconducir el desaguisado. Se acordó que la coordinadora general lo corrigiera pero sin desautorizarlo.

Así, Bonig aseguró que lo que Fabra había querido decir es que el PP se abstendría de presentar candidato, pero que el voto a Puig sería «no». «En la investidura el voto será, como no puede ser de otra forma, negativo», apuntó. Fuentes de Presidencia aseguraron que la intención de Fabra era no entorpecer el traspaso.