Acionando. Las nóminas, ayudas comprometidas, servicios contratados y gastos de mantenimiento son pagos que tendrán que efectuarse antes, durante e inmediatamente después de ser constituido el Consell. Quien crea que por entrar a gobernar la cosa se para por respeto al nuevo personal, que pierda toda esperanza. Pero, una vez superado el vértigo y los temblores de rodillas lo cierto es que el reto es apasionante y posible. Ya hay personas pensando en cosas muy concretas que hay que hacer, sin perder mucho tiempo en la herencia o el desescombro. Pareciera que las grandes cifras de la deuda y de las facturas impagadas fueran una muralla infranqueable que impidiese avanzar, pero muros más altos han caído gracias a una pequeña piqueta. La cosa es ser sistemático y constante, siempre con el criterio de que se puede hacer un mucho con muchos pocos.

Cada alto cargo del nuevo Consell deberá olvidarse del todo e ir a las partes y así, ver qué pasa con sus «cajas fijas» o fondos de reptiles que, en su conjunto suman decenas de millones y que con su mera publicidad ya se ejerce un control efectivo de ahorro. O ver qué pasa con la partida «Trabajos de otras empresas y profesionales» que, a lo tonto, este año suma varios centenares de millones, algunos de los cuales puede ser liberado para acciones más urgentes. O analizar y limitar una partida del capítulo de personal que habla de «incentivos» o la de «otro personal», que juntas supera los mil millones. Si a eso añadimos limitación de asesores, racionalización de los altos cargos y reorganización del sector público quizá estemos encontrando una cantidad de dinero que permita a este nuevo Consell abordar actuaciones que sean algo más que simbólicas. La centralización de determinadas tareas, como es el servicio de compras, sirve para reducir en varios centenares de millones el gasto corriente. De igual forma la centralización, a través del IVF, no sólo de la negociación de la deuda a largo plazo sino también de los créditos a corto plazo, en un momento en que los bancos tienen superávit de liquidez, y con un mercado con tipos de interés a la baja, permite disponer de un flujo de tesorería que garantiza un poco de tranquilidad, si se sabe de lo que se habla.

A nadie se le escapa que el presupuesto en marcha está comprometido en un porcentaje muy alto, dadas las fechas en las que estamos, pero existen fórmulas para liberar disponible para realizar algunas inversiones y llevar a cabo algunas políticas significativas. Entre estas opciones están las modificaciones presupuestarias, la paralización o rescisión de contratos superfluos, duplicados o, por qué no decirlo, de carácter propagandístico, además de la revisión de contratos de servicios a través de empresas externas o su sustitución eficiente por funcionarios, la renegociación de contratos de mantenimiento o de gasto corriente mediante una mayor centralización de la contratación, una inspección exhaustiva de prestaciones de las concesiones, convenios o conciertos. Todas estas actuaciones son posibilidades administrativas que añaden disponibilidad presupuestaria inmediata.

Obviamente la reducción o modificación de las partidas de gasto es una parte de la ecuación de la gestión de este año, siendo la otra parte el destino de ese ahorro. Este destino está muy condicionado porque estamos a mitad de año y aquello que se haga ha de estar muy medido y tener un impacto real. Parece claro que se quiere suprimir el copago, poner al día las ayudas a la dependencia, reducir las listas de espera, mejorar prestaciones y recuperar servicios públicos. Pero estas cuestiones, si me lo permiten, es cosa de otra reflexión.

*Miembro de Compromís y negociador del pacto con el PSPV.