Estaba de día libre y paseaba con su familia, pero ninguna de las dos circunstancias fueron un impedimento para el subinspector de la Policía Nacional Alfredo Costas a la hora de intervenir y detener a un ladrón que acababa de atracar un domicilio en el distrito de Trànsits, en Valencia, durante el cual intentó estrangular al propietario.

Sucedió el pasado 12 de octubre y ayer la Policía Nacional le agradeció públicamente su acción condecorándole con la cruz al mérito policial con distintivo rojo, una de las más importantes del cuerpo y que sólo se otorga cuando se ha puesto en riesgo la integridad física, durante los actos de celebración del 192 aniversario de la fundacion del Cuerpo.

Costas sufrió una fractura en el pie como consecuencia de la agresión por parte del sospechoso y aún hoy permanece de baja -ayer tuvo que recoger la medalla aferrado a sus muletas-. «Me queda un mes por lo menos», afirma.

En declaraciones a Levante-EMV, se mostró «muy contento y satisfecho» por el reconocimiento, pero matizó que «cuando actúas no piensas en eso. Salí corriendo tras él y lo detuve. Esto no se piensa, se hace».

El subinspector paseaba con su familia -estaba de día libre- cuando se topó con varias personas que salían corriendo de un portal.

Al preguntarles, le dijeron que «el que huía de ellos acababa de atracar un domicilio».

Alfredo, que presta servicio en una unidad de intervención rápida, no se lo pensó y salió tras él. Cuando lo alcanzó, se identificó como policía, pero el sospechoso no sólo no se arredró, sino que «adoptó una postura de artes marciales y empezó a lanzarme puñetazos, patadas y barridos a los tobillos».

Disparos al aire

El agente trató de defenderse y finalmente tuvo que hacer uso de la pistola con varios disparos al aire. E presunto ladrón salió corriendo de nuevo y acabó refugiándose en un bar. Escuchó cómo alguien le decía al fugitivo: «Sal por la otra puerta».

El policía fue tras él y, cuando rebasó la puerta, el atracador lo estaba esperando. «Me hizo un barrido con el que me causó la fractura del escafoides y volvió a echar a correr, rememora Costas.

Pese a ello -«¡No veas cómo dolía!», rememora con una sonrisa-, volvió a perseguir al delincuente hasta que, finalmente, logró darle alcance y se tiró encima de él placándole. En ese instante, llegaron dos compañeros -había pedido refuerzos a la sala del 091 desde su teléfono móvil- en un coche camuflado y le ayudaron. Le colocaron los grilletes y lo metieron en un segundo coche policial, éste ya con distintivos, pero tampoco ahí se tranquilizó.

A patadas, rompió el separador de plástico que mantiene enecerrados a los detenidos en el asiento posterior y a punto estuvo de salirse hacia la parte delantera «reptando». Ni siquiera cuando lo encerraron en el calabozo desistió. Al parecer, siguió golpeando cuanto pillaba a su paso.

Acababa de salir del juzgado

Todo apunta a que el detenido había consumido algún tipo de estupefaciente, dada la agresividad extrema que mostró, no sólo con el subinspector ahora condecorado, sino también durante el asalto.

Al parecer, acudió a ese domicilio sin ninguna razón aparente. Supuestamente, su intención era robar, pero no tenía antecedentes por ese motivo. A la vivienda, ubicada cerca de la avenida de Alfahuir, accedió tras empotrar un carrito de la compra. Y cuando huía, trató de estrangular al propietario.

Según ha podido saber este periódico, el arrestado había salido esa misma mañana del juzgado de guardia, donde lo dejaron en libertad provisional tras su detención por otro hecho violento. Antes de eso, ningún otro antecedente.