El incierto panorama político que se ha abierto tras las elecciones generales tienen una consecuencia catastrófica para el Ejecutivo de Ximo Puig muy alejada de si se agrieta o no el pacto del Botànic. Entre los efectos colaterales del vacío de poder en la Moncloa están aquellos asuntos que requieren arduas negociaciones, como es el cambio en el modelo de financiación autonómica, que tardarán en ponerse encima de la mesa. Tanto si hay investidura, como si se repiten los comicios, la lógica dice que este peliagudo debate que requiere un juego de equilibrios complicado tardará en aparecer en las agendas oficiales.

La conselleria de Hacienda que dirige Vicent Soler es consciente de este retroceso en las expectativas del cambio del modelo, pero no por ello su departamento ha pasado a modo espera. El conseller ha iniciado ya una ronda de contactos con otras comunidades, como Baleares y Murcia, con el fin de ganar aliados para su proyecto cuando llegue el momento de sentarse en el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF).

La posición de los partidos es clave en estas negociaciones, pero no lo es menos la que tengan los distintos gobiernos autonómicos. El voto de las comunidades autónomas es decisivo y, tal como está el escenario político, es muy probable que la obediencia debida a las siglas se pase por alto.

El Consell, que ha hecho de la nueva financiación su caballo de batalla, quiere estar armado cuando el melón se abra y la mejor manera de afrontar una batalla es contar con aliados estratégicos. Así, Soler tiene previsto iniciar una serie de cumbres bilaterales con aquellas autonomías que, según los análisis, tienen necesidades similares a la Comunitat Valenciana y con las que podrían tener puntos comunes para un conformar un frente. De momento, según confirmaron fuentes de la Conselleria de Hacienda, Soler tiene previsto verse en breve con los responsables de Hacienda de las comunidades de Baleares, Murcia y Andalucía. Y no se descarta tampoco hablar con Cataluña, si bien en el Consell son conscientes de que el proceso soberanista es un obstáculo para entablar diálogo.

El propio Soler hizo notar en las Corts la semana pasada la posibilidad de una confluencia de intereses con otras comunidades. En un momento, de la sesión de control al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, Soler anunció que si el cambio de modelo se retrasaba y no estaba ejecutado en 2016, su plan B sería solicitar un paquete de ayuda extraordinaria, una petición a la que sumó a Baleares y Murcia, por ser comunidades con una situación similar en términos de maltrato financiero.

El guiño a Baleares y Murcia no fue baladí. A medios de febrero, están previstos ya los primeros encuentros entre los gobiernos valenciano y balear. En principio, los contactos se harán entre los respectivos consellers de Hacienda. La idea es que la titular de Hacienda de las Islas, la socialista Catalina Cladera, se desplace a Valencia. Después está previsto un encuentro en Alicante entre Soler y el conseller murciano Andrés Carrillo. La comunidad vecina sigue gobernada por el PP, pero esta circunstancia puede sumar para el objetivo del Consell de Puig de tener fuerza para que , al margen de las siglas, el cambio en el modelo de financiación se produzca en la dirección adecuada.

Tras verse con las personas responsables de Baleares y Murcia, Hacienda quiere hablar también con Andalucía, un comunidad políticamente muy poderosa. Puig tiene una alianza estratégica con la presidenta andaluza, Susana Díaz, quien aspira a suceder a Sánchez en el liderazgo del PSOE. Hacienda ve también posibilidad de entenderse con Andalucía en cómo debe repartirse la financiación estatal.

Para cuadrar el círculo, Soler no descarta dialogar con el conseller de Economía y Hacienda, Oriol Junqueras. No obstante, este diálogo es mucho más complicado, admiten las fuentes consultadas, por el proceso soberanista. El presidente Puig telefoneó la semana pasada al nuevo presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, un contacto protocolario, pero que sirvió para mantener los puentes tendidos entre dos comunidades con muchas puntos de conexión. Ya en el pasado, en época del PP, hubo contactos con Cataluña para tratar de formar un frente común de cara a la negociación del modelo.