El escenario político no es comparable. Galicia se sumerge en una contienda electoral el 25 de septiembre, mientras en la Comunitat Valenciana el calendario ofrece una tregua -salvo sorpresa o terceras generales- de casi tres años. Pero en Compromís y en el Bloc, el socio mayoritario de la coalición, escrutan estos días con gran interés todos los movimientos preelectorales en aquella autonomía.

La decisión sin precedentes de Podemos de renunciar a sus siglas y diluirse en las de su partido instrumental, En Marea, creado por sus socios, y el hecho de que el nombre de Podemos no vaya a aparecer ni en la papeleta ni en la campaña electoral abre un camino totalmente inexplorado.

Una vía que, al igual que ocurrió tras el pinchazo electoral de A la Valenciana en la repetición de las generales, el 26 de junio, refuerza la posición del sector de Compromís que defiende que el pacto con Podemos no les beneficia y que en todo caso la coalición de Pablo Iglesias tiene que tener un papel subsidario respecto de la marca valenciana. Así, la pérdida de identidad de Podemos respecto a su «confluencia» gallega fortalece el argumentario y anima a quienes defienden que la marca Compromís tiene que ser la que aparezca en las papeletas electorales en solitario o de forma preeminente y no como ha ocurrido en las dos recientes convocatorias de elecciones generales con las fórmulas electorales que integran a Podemos como És el Moment o A la Valenciana.

«Sienta un precedente»

Fuentes de Podemos en la Comunitat Valenciana admiten que lo ocurrido en Galicia sienta un precedente porque por primera vez la confluencia se sitúa en una posición predominante, pero señalan que eso no tiene porqué aplicarse siempre y de forma continuada y añaden que en la Comunitat Valenciana aún quedan tres años para abrir un hipotético debate similar al de Galicia con todas las formaciones para buscar, si se apostara por esa opción, la formula de confluencia más apropiada. Además, en la formación morada se defiende que el gesto de Iglesias de renunciar a sus siglas atiende más al interés general que al particular.

Mientras, la formación morada se encuentra inmersa en la Comunitat Valenciana en un debate interno sobre su futuro sin las urgencias que conlleva el prolongado período electoral. Con todo, está aún por ver el camino que adopta Podemos en la Comunitat Valenciana y cómo solventa cuestiones cruciales para el futuro cómo su propio modelo organizativo, la profundización en un discurso valenciano o su posible entrada en el Consell, que parecía decidida a principios de julio, pero que la crisis abierta tras la destitución de la secretaria de Organización, Sandra Mínguez, ha enfriado.

Un debate en el que Podemos tiene que decidir si opta por un reflejo de las políticas más centralistas o por hacerse más singular y más valenciano, al estilo de Ada Colau en Barcelona, lo que podría darle mayores posibilidades de crecimiento. Ello, unido a una posible entrada en el Consell sí provocaría un cambio en la relación con Compromís, señalan las fuentes.

Tampoco cabe olvidar que Compromis es una coalición de tres partidos, Bloc, Iniciativa y Els Verds, con sus cuotas de representatividad, por lo que si Podemos pasara a ser la cuarta pata de la coalición, como en Galicia, aún complicaría más esa correlación de fuerzas.

Con todo, en el Bloc y en Compromís empiezan a detectar síntomas de debilidad en Podemos y consideran que la realidad valenciana es diferente a la gallega porque Compromís ya ha competido en unas elecciones autonómicas con Podemos y ha obtenido mejores resultados que la formación morada: 19 a 13 diputados.