El abandono de la primera línea política suele contribuir al diálogo cordial entre antiguos rivales. Se vio ayer en la última edición del foro Global Sur, celebrada en l'Oceanogràfic de Valencia, donde el expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero y los exministros Juan Costa (PP) y Ramón Jáuregui (PSOE) mantuvieron un fluido debate con más puntos en común que discrepancias.

Zapatero ni siquiera cargó las tintas sobre el reciente gobierno de Rajoy. Básicamente porque sabe, como confesó, que la formación de un ejecutivo es «bastante accidental», así que «cualquier valoración debe estar cargada de relativismo».

De esta manera, se limitó a concederle «los cien días de rigor» y a recetarle que practique el diálogo, «no sólo por necesidad parlamentaria, que es muy evidente, sino también porque le conviene al país».

No fue muy diferente el diagnóstico de Costa, ministro en la etapa de Aznar. Es optimista y cree bueno que los principales partidos políticos asuman la responsabilidad «de ponerse de acuerdo para sacar adelante la agenda política del país».

Costa, que da por «olvidada» su etapa de ministro de Ciencia hace doce años, considera el mantenimiento del binomio Montoro-De Guindos «un mensaje positivo», porque «la percepción internacional y de los agentes económicos es que el Gobierno ha funcionado».

El valenciano y el vasco Ramón Jáuregui coincidieron en calificar el nuevo gobierno de Rajoy como «continuista». El adjetivo, no obstante, puede tener interpretaciones diferentes.

Para Costa, es un buen mensaje económico «a los mercados y a la opinión pública». El exministro socialista no lo ve así: «No ofrece la imagen de un gobierno para un tiempo nuevo», dijo. La consecuencia es que o Rajoy «cambia y rectifica las políticas del pasado o la legislatura será corta».

Otro socialista, el presidente valenciano, Ximo Puig, compartió esta opinión «decepcionante» sobre el nuevo Gobierno. «Se necesitaba un equipo diferente con rasgos de más diálogo y apertura», subrayó.

El foro Global Sur, impulsado por el economista José Carlos Díez, tuvo como ejes la globalización y la nueva situación de Europa. Rodríguez Zapatero aterrizó con un mensaje positivista ajeno al habitual eurocentrismo. Pinchando «globos de pesimismo» destacó que la desigualdad se ha corregido más desde 1950 que en 500 años. «Hace 25 años una de cada dos personas estaba en la pobreza, hoy es una de cada cuatro», dijo. Y dejó una frase de esas lapidarias, impregnada de buenismo: «El egoísmo es incompatible con el progreso».