José Miguel de Paz reconoce que introducir mejoras en el laboreo para incrementar la captura de CO2 «no es una solución definitiva para luchar contra los efectos del cambio climático, pero nos permitiría aumentar la calidad del suelo y también nos daría la posibilidad de limitar los efectos negativos del cambio climático mientras que se investigan otras tecnologías más efectivas», explica.

«De alguna manera lo que necesitamos ahora es poder ganar algo de tiempo y el suelo es un aliado», añade el coautor del trabajo.

Según José Miguel de Paz, la retención de CO2 por los terrenos agrícolas en forma de materia orgánica depende de varios factores como el tipo de suelo, el clima y de cómo se cultiva. Los suelos que más materia orgánica concentran son las praderas y los arrozales como el de la Albufera de València mientras que las zonas de agricultura intensiva son las que secuestran menos CO2.

Los cítricos tienen un capacidad de secuestro «intermedia» según el estudio, aunque también depende del clíma donde se cultivan. El de las viñas es ligeramente superior pero no depende de donde se plantan», explica De Paz.

«El tiempo necesario para alcanzar un nivel óptimo de secuestro de CO2 varía de 15 a 100 años según la zona agrícola. Con unas técnicas agrícolas adecuadas se podría conseguir el incremento anual de o,4% al año de materia orgánica, fijado en la Conferencia sobre el Cambio Climático de París», asegura.