Acaba de hacer el kilómetro más rápido de su vida, en menos de cuatro minutos. Un aficionado más al running. «Sería por el frío», dice desde Bruselas, donde ejerce de portavoz de Compromís desde que le llegó el tiempo de ceder su escaño (compartido) de eurodiputado. Hace una carrera de 20 kilómetros al año y gana a Esteban González Pons, asegura. «Compensa la diferencia electoral», bromea. Su vida es muy diferente a la de alcalde, más tranquila. En Burjassot fue pionero de un pacto de izquierdas: Compromís, PSPV y EUPV. El Parlamento Europeo es otra cosa más lenta.
¿Cómo vive un valencianista en Bruselas el caso catalán y la presencia allí de Puigdemont?
El caso catalán demuestra, para mí, los puntos débiles de Europa. Los independentistas y yo mismo esperábamos una reacción más fuerte de la UE para hacer de mediadora. No ha pasado porque continúa siendo lamentablemente un club de estados.
Juncker ha dicho además que el nacionalismo es veneno. ¿Se da por aludido?
Juncker está totalmente desacreditado y es un cadáver político. La Comisión Europea actual, la del Brexit, es la más desprestigiada y la más inoperante. Quien está haciendo de portavoz de Europa es el consejo europeo, el representante de los estados, que es Donald Tusk. La comisión ha desistido de plantar cara a los estados.
¿Las finanzas siguen imponiéndose a la ética en la UE, que es la tesis de su libro?
La UE está falta de ambición. Se ha hecho una unión de mercados, pero riqueza no es igual a bienestar. Si no hay una mayor integración fiscal, la UE va a fracasar.
¿Y eso en qué se plasma en la vida ordinaria de la gente?
Un ejemplo. Un conductor de camión que lleva naranjas de València a Fráncfort. Si es polaco, cobra según el convenio de trabajo de Polonia, que es un salario mucho más bajo. Supone competencia desleal y condiciones de vida pésimas para esta gente.
¿En Cataluña, la fuga de empresas ha sido el elemento clave para que la explosión independentista se haya ido apagando?
Yo creo que el independentismo no se ha apagado y posiblemente se vea el 21 de diciembre. Nos hemos creído el mantra de que la solución son las elecciones, pero no lo veo, porque las cosas van a quedar como estaban. El problema es que el Gobierno español no ha querido dialogar nunca. Rajoy empezó en 2010 una campaña de recogida de firmas por toda España contra el Estatut nuevo, que había solucionado todo y pacificado el ambiente.
Los consellers están diciendo que la declaración de independencia era simbólica.
Porque seguir adelante hubiera comportado una situación de violencia que los líderes independentistas, según mi criterio, no han querido que se produjera.
Tras esta experiencia, ¿cree que la idea de una independencia unilateral no se repetirá a corto o medio plazo?
Si los independentistas vuelven a ganar y Rajoy se vuelve a negar a dialogar, estaremos igual. El cambio -quizá peco de ingenuo- es que Europa verá que el discurso de Rajoy de que todo se soluciona con las elecciones y volver al orden era falso. El orden es que ahora gobierna el partido que fue el último en las votaciones.
¿Sólo cabe un referéndum?
Es más fácil contar votos que manifestantes, como dijo Artur Mas. Dicen que me he manifestado por los independentistas, pero no es verdad. Lo que pienso es que para saber si el independentismo es mayoritario y puede declarar la independencia, lo más civilizado es votar. El nacionalismo es como respirar, porque todos tenemos una identidad que nos acoge.
No todos asumen eso. Ciudadanos se construye sobre un discurso contra el nacionalismo.
Ciudadanos es hipernacionalista español.
Al final, ¿cree que todo se solucionará con dinero, algo así como un cupo catalán?
Eso enlaza con la financiación valenciana, que es lo más grave que pasa en España, pero lamentablemente no estamos en la primera página, aunque vamos haciendo camino. Si España se planteara como estado federal, con territorios que recaudan los impuestos y con responsabilidad de gestionarlos, estas cosas no habrían pasado y el independentismo catalán no sería tan grande como es hoy. No me atrevo a decir si algo así aún puede ser una solución.
¿Incluso para los valencianos podría serlo?
Nos engañamos. Nuestro problema no es Euskadi o Cataluña, es España, que nos maltrata. Hay un problema urgente de una comunidad pobre que no tiene ni la financiación mínima para sobrevivir y que cada día que sube la persiana acumula millones de deuda. Que eso no esté en la primera página de las prioridades del Estado es una vergüenza.
¿A Compromís le ha faltado implicación con Cataluña después del 1-O?
Lo que está pasando en Cataluña, a Compromís nos pilla a contrapie. Hemos de demostrar que otra forma de gobernar es posible, quitarnos la pátina de radicalidad que quiere ponernos el PP y el caso catalán es combustible para el lamentable anticatalanismo y para decir que estamos con los independentistas. Compromís marcó unas líneas muy claras: que estamos por el diálogo y contra el 155 y la violencia del 1-O, que no tuvo garantías porque la policía lo impidió.
¿Fue sin garantías solo por la actuación del Gobierno?
Fue el que las impidió. Las tenía todas.
Hubo votos duplicados.
Porque el Estado boicoteó el sistema informático y se empezó a votar a mano. Ahí surgió la oportunidad de votar en dos sitios a la vez. Pero no faltaron garantías porque el Govern hubiera hecho trampas.
¿Una revitalización del españolismo y el anticatalanismo puede afectar a Compromís y al Botànic? ¿Le preocupa?
A mí sí. Es una barbaridad simplista, pero que hablen de Compromís de una forma ligada a un conflicto puede ser perjudicial.
¿Debería aclarar Compromís su relación con la idea de los «Països Catalans»?
Compromís (el Bloc especialmente) hace mucho que dio ese paso. Yo estaba en aquel congreso de l'Eliana en el que centramos las cosas bien: la unidad lingüística es una realidad científica y existe una relación económica y cultural, pero las realidades políticas son diferentes. Lo que no vamos a hacer es negar que el Estado español ha vulnerado normas elementales, se ha golpeado a la gente y que Rajoy es el desestabilizador de 2010 y, por tanto, el principal culpable.
¿Y Puigdemont qué es, traidor o héroe?
Traidor en absoluto, porque tiene un mandamiento del Parlament y poca capacidad de maniobra.
¿Por refugiarse en Bruselas, lejos de Cataluña, tampoco?
Al contrario. Es una maniobra hábil. Le permite poner en evidencia la falta de separación de poderes en el Estado español, que tiene muchos problemas de estructura, de una democracia que es muy pobre.
El europarlamentario de ERC Josep Maria Terricabras dice que está moribunda.
Está en la UVI, para mí. El 20N hicimos aquí un acto sobre el franquismo después de Franco...
¿Cree que esa es la realidad de España: un posfranquismo?
La realidad es que el tardofranquismo es el que crea el PP, porque ministros de Franco lo fundan, y sus herederos están gobernando. En mi opinión, es una organización que ha recuperado las estructuras de corrupción del tardofranquismo. No decirlo me parece ingenuo e irresponsable. Sé que molesta, porque pensábamos que Espara era una democracia moderna y rica y nos hermos despertado del tripi de la movida y resulta que no éramos ni tan guais ni tan ricos. Lo dicen los organismos internacionales. En separación de poderes estamos los últimos de Europa. Y ha salido el Eurostat sobre la pobreza y estamos solo delante de Rumanía.
Si eso es así, ¿alguna responsabilidad tendremos todos, también la oposición?
Sí, claro. Hemos de hacer autocrítica por no haber sabido llegar a la gente y haber tenido más valentía en determinados momentos.
