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Mary Carmen Arcos, «la novia de València»

València era una ciudad abierta por la noche. Más que en la actualidad. Los cabarets se abrían desde la cinco de la tarde hasta las cinco de la madrugada, y casi todos los días de la semana, como reconoce la mítica Rosita Amores. En las calles Ribera, Russafa, Convento Santa Clara y San Vicente estaban los locales más frecuentados. Como el Drink, que luego se llamó Sala de Fiestas Internacional, un cabaret conocido por ofrecer las mejores actuaciones en directo. Allí se hizo famosa la vedette valenciana Mary Carmen Arcos, más conocida como «La novia de València». El sábado 11 de mayo de 1968 se despedía de su público fiel para trasladarse a Madrid. Antonio Conejero publicaba una jugosa entrevista con ella en este periódico, que empezaba así: «El periodista no acaba todavía de creérselo. No concibe la Sala de Fiestas Internacional, de Ribera, 4, sin su estrella favorita».

«¿Te agrada que digan de ti que eres ´la novia de València´?, le pregunta. «Sí que me agrada tal denominación... ¡de momento!». «¿Qué quieres dar a entender?», repregunta el redactor, y ella afirma: «Pues que aspiro a que en un futuro próximo se me diga ´la novia de España´, porque será prueba evidente de haber llegado al cenit de mi carrera artística».

El Mogambo, en la calle de la Sangre, era otro de los célebres locales, como el Casablanca, en San Vicente. Todos estaban cerca de la Estación del Norte, pues muchos de sus clientes habituales llegaban en tren desde La Ribera, donde la explotación de la naranja pasaba por sus mejores momentos.

Esa concurrencia también era muy taurina, y eran frecuentes las corridas en el coso de la calle Xàtiva fuera de las ferias de Fallas y Julio. El domingo 19 de mayo, El Cordobés fue el cabeza de cartel, en una lidia junto con Paco Camino y Ricardo de Fabra.

Notas de sociedad

Bajo este epígrafe era habitual encontrar a las celebridades valencianas, como el enlace entre Francisco Larraz Laguna y Trinidad Roig Alonso. Una ceremonia que se celebró el 18 de mayo en San Agustín. «Terminada la ceremonia religiosa, los asistentes fueron obsequiados con una espléndida cena en el restaurante de Los Viveros. Los contrayentes, seguidamente, emprendieron viaje por Europa».

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