La imagen de San Antón vuelve a presidir el altar mayor de la iglesia de Santa Ana. El patrón de las fiestas de Moros y Cristianos de Elda fue recibido con volteo de campanas, dos salvas de arcabucería porque la primera resultó fallida, la interpretación de su pasodoble a cargo de la banda Santa Cecilia y los aplausos y vítores de una multitud enfervorizada que lo recibió con cariño y emoción.

Bajo una brisa ligera que hacia más llevadero el calor, aguardaron las capitanías la llegada de San Antón a las puertas de un «rejuvenecido» y abarrotado templo. Pasaban quince minutos de la una de la tarde cuando se repetía el rito de las vueltas de honor al santo. Dieciséis festeros -este año Musulmanes- lo elevaron en volandas por la escalinata mientras miles de voces le cantaban su pasodoble. Esa «melodía que resuena y llega a todos los corazones de los festeros», «que alegra el alma y el corazón» y que siempre acaba con un vehemente «¡Que viva Elda y San Antón!».

La entrada de la talla volvió a ser conmovedora. Mientras era «mecida» con devoción frente al altar, las festeras y festeros se unieron a los músicos en la interpretación de la obra del maestro Octavio J. Peidró. Muchos lloraban y otros se afanaban por grabar con sus móviles el momento álgido del Traslado. Un acto que comenzó a las once de la mañana, con el tradicional repique de la «campanica» de la ermita y una salva de arcabucería para anunciar que el anacoreta partía hacia la iglesia de Santa Ana. El desfile fue vital y colorista, como siempre, pero este año se ha superado en participación. Sobre todo con los Piratas, Zíngaros y Contrabandistas.

A las diez y media de la mañana los tiradores despertaron a Elda con sus arcabuces acompañando el estandarte del santo hacia su ermita. Un festejo de fuego y pólvora que discurrió sin incidentes y que abre un interrogante respecto a la participación del año que viene.