Opositores que no tenían que estirar el cuello para poder copiarse del examen de al lado, móviles sonando y dispositivos con conexión a internet en funcionamiento y hasta salidas al baño sin supervisión.

En estas condiciones se celebró el pasado domingo la oposición a auxiliar de enfermería convocada por la Conselleria de Sanidad en la provincia de Alicante, donde se examinaron 7.000 de los 21.000 opositores convocados ese día a la prueba.

Las quejas no han tardado en convertirse en clamor y ayer oficialmente el sindicato USO presentó una petición a la Conselleria de Sanidad para que se abriera una «exhaustiva investigación» sobre lo sucedido y se anulara la prueba por las condiciones en las que se desarrolló en Alicante para, de forma urgente, volver a realizar el ejercicio.

El examen, 60 preguntas tipo test para el que se dio un tiempo de 73 minutos, debía haberse celebrado solo en la sede de València, como en otras ocasiones pero la gran afluencia de opositores (21.000 para 626 plazas) hizo que la Administración se decantara por repartir las sedes del examen en las tres provincias y evitar así la aglomeración, como se ha previsto hacer también en otras pruebas multitudinarias como enfermería o celador, que se hará el próximo domingo día 30.

El problema es que Sanidad no evaluó convenientemente el volumen de opositores que el domingo se presentaron en la Universidad de Alicante a hacer el examen y las aulas reservadas para hacer el ejercicio fueron, a todas luces, insuficientes.

Los opositores tuvieron que hacer el examen codo con codo, literalmente, lo que facilitó la tarea a aquellos que quisieron copiar del vecino. «Yo trataba de ocultar mis hojas, pero era imposible, a derecha e izquierda se copiaban», relata una opositora que prefiere mantenerse en el anonimato.

Además de hacer el examen hacinados, los opositores (y así lo recoge en su escrito el sindicato USO) denunciaron la falta de control de los responsables de la prueba ya que en las aulas de examen se usaron móviles «y otros dispositivos con conexión a internet sin ningún tipo de inhibición de señal, lo que daba acceso a diversas formas de buscar las respuestas», además de que se registraron salidas al baño sin supervisión.

Aunque Sanidad reconoce parte de los problemas generados no parece que la intención de la Administración vaya a ir en la dirección de anular la prueba. Así al menos se destila de la respuesta aportada ayer por fuentes de la Conselleria de Sanidad sobre lo sucedido en Alicante.

De esta forma, desde Sanidad sí reconocieron que el espacio resultó «ajustado, especialmente en la provincia de Alicante» ya que no se calculó bien el número de aulas a reservar por el «incremento de participación». Pese a reconocer esta falta de espacio, desde Sanidad aseguran que esta circunstancia no afectó al desarrollo de la prueba que se celebró sin «ninguna incidencia significativa».

Desde Sanidad se niega, además abiertamente que se usaran móviles durante el examen, pese a las denuncias de los opositores. «Los teléfonos quedaron debidamente silenciados con anterioridad a la entrega del cuestionario de preguntas», aseguran desde la administración que también defiende el celo de los colaboradores que había en las aulas para evitar que los opositores se copiaran.