Una larga pesadilla. Una vecina de Elche denuncia que lleva cuatros años luchando en los juzgados para que se ejecute la condena y la orden de alejamiento contra un vecino que la agredió sexualmente en el ascensor de su casa, el mismo edificio donde viven los padres del agresor, tal y como ha adelantado Radio Elche Cadena SER esta mañana. Los continuos recursos presentados en los juzgados por el acusado, que ha sido condenado por el Juzgado de lo Penal 1 y por la Audiencia Provincial de Alicante, con sede en Elche.

Los hechos datan de 2014 cuando esta mujer, que prefiere no revelar su identidad, subía en el ascensor, como cada día, a casa de sus padres. Allí, coincidió con el agresor. Lo último que podía pensar entonces es que la fuera a agredir sexualmente, pues lo conocía "de toda la vida, desde que nací. Yo iba a casa de mis padres, y él a la de los suyos". Pero mientras subían, el hombre se le abalanzó y comenzó a rozar sus partes íntimas sobre ella, tal y como recoge la sentencia.

El acusado recurrió el fallo, presentando un recurso de apelación ante la Audiencia Provincial, que confirmó la sentencia, por lo que debería ser firme. El tribunal lo condenaba a dos años de prisión y a no acercarse a la víctima a menos de 200 metros. Pero volvió a recurrirla, esta vez con un recurso extraordinario de nulidad, que también fue rechazado. Ahora, para alargar aún más el proceso, el hombre ha presentado un recurso ante el Tribunal Constitucional y hasta una petición de indulto. La sentencia recoge que el condenado sufre un trastorno de la personalidad a raíz de un accidente de coche, pero "no afectan a sus capacidades cognitivas", tan solo "limita su capacidad volitiva". Es decir, que sabe qué está bien y qué está mal, pero tiene mermada la capacidad de control. Un hecho que no sirvió al tribunal penal ni a la Audiencia, para exculparlo por completo.

La mujer tan solo pide que se ejecute la sentencia y no tenga que verse con su agresor cada día. La víctima vive con sus padres, en el edificio donde residen los padres del agresor. Este último continúa yendo cada día a comer y a cenar a casa de sus progenitores, por lo que los encuentros son constantes. La víctima tiene miedo de irse a vivir sola, pese a que se compró un piso hace años y lo ha reformado. La vivienda está en el portal contiguo, y pertenece al mismo edificio donde residen los padres del agresor. "¿Dónde está la justicia? Al final me están condenando a mí. Yo he tenido que pagar por esto, y a él aún no le ha costado nada", denuncia la víctima.

El caso llama más aun la atención, si cabe, si se tienen en cuenta las tres últimas víctimas de la violencia machista en las últimas 24 horas. Todas habían denunciado, pero no se había interpuesto ninguna medida de protección contra ellas.