El pasado día 21 fue el Día Internacional de los Bosques y en todo el mundo se recordó la importancia de su conservación. La trascendencia de los bosques es crucial: sus funciones reguladoras del ciclo del agua, su papel decisivo en la lucha contra el cambio climático, su capacidad como reserva de biodiversidad de animales y plantas, su servicio como fijadores de tierra evitando la erosión y la desertización, su defensa de cabeceras de ríos, embalses y poblaciones humanas frente a riadas y catástrofes naturales. Además de su producción de materias primas naturales y renovables como la madera, la biomasa forestal, el corcho y otros productos naturales, hacen del bosque el mejor aliado del ser humano por hacer de la Tierra un lugar habitable. Pero todos estos beneficios directos e indirectos que nos proporcionan los bosques pueden estar en peligro por diversos factores, actuaciones y circunstancias. Las tres principales amenazas que se ciernen sobre los bosques españoles son el abandono rural, la falta de gestión forestal y el cambio climático que traen consigo pérdida de gestión del territorio, pérdida de biodiversidad, de cultura tradicional y de posibilidades de desarrollo para el país.

El cambio climático está acelerando el deterioro de los bosques españoles y debemos actuar a la mayor brevedad para que no lleguemos a una situación irreversible. De todos es sabido la importancia de los bosques como sumideros de carbono y debemos recalcar la necesidad de trabajar para evitar su deforestación y degradación. Pero también, los bosques son uno de los ecosistemas que más sufren estos cambios a pesar de que pueden ser también parte de la solución. Una correcta gestión sostenible de los mismos puede ayudar a reducir la presencia de CO2 en la atmósfera, a fijar más carbono y a mitigar los efectos nocivos del cambio climático. No olvidemos que la madera, principal producto económico de los bosques, almacena el carbono durante siglos cuando se utiliza en construcciones, el arte o productos de consumo diario.