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Despoblación

"El desarrollo de la mujer en el entorno rural es difícil"

Más de 20 municipios valencianos no superan el centenar de habitantes

«El medio rural es un imposible vencido. Un conjunto de territorios, unas formas de vida, unas relaciones con la naturaleza en crisis y decadencia en muchos lugares del mundo, pero absolutamente necesarias para la supervivencia de la biosfera y del ser humano», escribió el geógrafo Luis del Romero Renau en su libro Despoblación y Abandono de la España Rural. El Imposible Vencido.

Hacía referencia a un fenómeno demográfico que despoja a pueblos y municipios de sus habitantes. Tras su marcha, las calles dibujan un escenario en el que las persianas bajadas son el elemento más característico. Un «desierto urbano» que destaca por la ausencia de centros educativos, así como de salud, comercios o servicio postal.

En la actualidad, 143 municipios de la Comunitat Valenciana se enfrentan a un riesgo de despoblación que ya se extiende al 53 % del territorio nacional. De hecho, el número de poblaciones autonómicas que no superan los 100 habitantes asciende a 24, las cuales se distribuyen de forma desigual. Frente a los tres y cuatro municipios de València y Alicante respectivamente, Castelló suma 17. Una realidad que consolida la crisis demográfica enunciada por numeroso informes y expertos que pone de manifiesto el empobrecimiento de la sociedad rural y la necesidad de una renovación industrial y generacional.

Y es que, en plena campaña electoral, la despoblación se ha introducido en la agenda política y plantea planes de actuación que se adhieren a las medidas ya adoptadas con anterioridad.

Acciones contra la despoblación

A nivel estatal, el Senado creó la Comisión Especial sobre evolución demográfica en España, mientras que el Ejecutivo designó una comisionada para hacer frente al reto de la despoblación. Desde la vertiente autonómica, se fundó la Agenda Valenciana Antidespoblament (Avant) y se presentó el proyecto «Activation», entre otras medidas, cuya finalidad es frenar el decrecimiento económico y poblacional de las áreas urbanas y rurales que integran el patrimonio histórico, medioambiental y cultural de la Comunitat Valenciana. De este modo, la Diputació de València busca configurar «centros neurálgicos de emprendimiento e integración» a través de un modelo replicable en el que se podrán medir los resultados de las diversas investigaciones multidisciplinares. Medidas, por el contrario, no exentas de polémica.

«Estamos en un contexto en el que poner como objetivo el crecimiento de la población es un imposible», argumenta Luis Antonio Sáez, director de la Cátedra sobre Despoblación y Creatividad. «Los políticos nos infantilizan, nos prometen premisas imposibles». Un planteamiento que Mari Pau Querol, alcaldesa de Castell de Cabres, suscribe. «Podemos divagar y hacer programas de por vida, pero las instituciones tienen que invertir, su compromiso y recursos deben ser de verdad», manifiesta. El municipio que dirige es el más despoblado de todo el territorio autonómico, allí solo viven 15 personas. Pese a ello, la retribución que obtuvieron de la línea específica de ayudas del Fondo de Cooperación Municipal para la lucha contra la despoblación de los municipios de la Comunitat Valenciana no superó los 4.000 euros. Responde una distribución presupuestaria regida por criterios de proporcionalidad en la que los municipios más despoblados, aquellos cuya cifra de habitantes se cuenta en pocas decenas, se benefician de los recursos más escasos, pese a su manifiesta necesidad de ayuda. Con un censo de 49 personas, Herbés recibió una prestación de 5.115 euros, 617 más de los que percibieron las 31 personas que residen en el municipio de Palanques.

Calles hipermasculinizadas

«El desarrollo de la mujer en el entorno rural es difícil, nos enfrentamos a muchas condiciones adversas», reivindica Cristina Pons, presidenta de Afammer València, «necesitamos canales de trasmisión efectivos, nuestras necesidades reducidas al mínimo exponente no son atendidas». Y es que, en virtud de los datos de la última actualización del Padrón Municipal, la presencia de la mujer en los municipios en riesgo de despoblación es del 43, 2 % frente al 56,8 % masculino. En algunas localidades como Sacañet o Castell de Cabres, los residentes masculinos duplican la cifra de las femeninas. Tan solo en el municipio de Torralba del Pinar ellas rompen la estadística al integrar un censo de 28 mujeres frente a 26 hombres.

Según Pons, la masculinización del medio rural se basa en la falta de seguridad de las mujeres en el entorno rural. «A la hora de pedir préstamos, tenemos que demostrar más cosas», esgrime, «la violencia de género en el campo lo dificulta todo». Es el miedo, afirma, el que conlleva a que muchas de las agresiones machistas no sean denunciadas. «Vivimos en núcleos de población pequeños donde todo el mundo se conoce», matiza. Una infradenuncia que se asienta en el estigma, el mismo que conlleva a que el 30 % de la población rural considere que la mujer debe abandonar su puesto de empleo tras tener su primer hijo, según datos de Afammer. La asociación expone que el desempleo tiene mayor incisión en las mujeres que viven en las zonas rurales. Y es que la tasa de paro femenino en este medio es del 50 %, mientras que la de las mujeres que residen en ciudades es del 41 %. En este sentido, desde la entidad se apuesta por la tecnología como lanzadera hacia la igualdad, «la digitalización supondría mayor capacidad de empleo directo e indirecto en el 81 % de los casos».

Ante unas oportunidades laborales desiguales, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación convocó el pasado viernes ayudas fijadas en 785.000 euros para las asociaciones de mujeres rurales correspondientes a los ejercicios de 2019 y 2020. Una convocatoria que se orienta en el refuerzo femenino dentro del medio rural como contraparte ante la despoblación. Esta medida, por tanto, busca promover el emprendimiento de las mujeres rurales, así como su incorporación en la actividad económica de este entorno. «No hay mujeres más emprendedoras que las rurales, su capacidad de reunión y superación es inmensa», afirma Pons.

Causas y alternativas al éxodo

El atractivo social de los municipios disminuye ante la falta de ocio y servicios, la red viaria es deficiente y su mantenimiento presenta múltiples carencias. La ausencia de centros escolares y oportunidades laborales se suma a la dificultad que generael hecho de vivir, en la mayoría de los casos, en un clima adverso en el que predominan las bajas temperaturas.

?La industrialización produjo que los residentes del interior de la Comunitat Valenciana se asentaran en nuevos territorios y, ante esto, la inevitable reagrupación de centros escolares agravó el despoblamiento. «Necesitamos medidas positivas de forma impositiva, oportunidades de empleo estable», demanda la alcaldesa Querol. Su reivindicación se extiende al modelo fiscal, denuncia que las explotaciones ganaderas, motor económico de estos municipios, se tornan cada vez más inviables a causa de los imperativos normativos. «Pagamos las mismas cuotas de autónomos que otras zonas más desarrolladas mientras nuestra economía es mucho más limitada», expone.

Un mercado que ha transitado pasando de ser un modelo económico a uno social, según el catedrático Sáez, capaz de «vampirizar» los entornos al priorizar el consumo sobre las personas. No obstante, afirma que la autonomía «tiene un sistema muy vertebrado con cabeceras de comarca dinámicas», por lo que resta «dramatismo» al fenómeno de la despoblación y al «fetichismo de la cifra». En su opinión, no se trata del porcentaje de personas que residen en los municipios, sino de su calidad de vida. «Vivimos en una sociedad en la que tenemos el disco duro formateado y asumimos que consumir más es mejor», argumenta, «lo rural pierde en base a algoritmos y consumismo, pero gana protagonismo en calidad de vida».

Una apuesta por la colectividad, solidaridad y cercanía que se ve reflejada en iniciativas como la de los grupos de acción de la Red Española de Desarrollo Rural, que asesoran a personas que quieran emprender en este entorno, o Cepaim, que a través de su programa «Nuevos Senderos» contribuye a la repoblación de municipios al establecer a personas migrantes en estas localidades de la Comunitat Valenciana.

En este contexto, la hibridación se postula como la mejor alternativa. «Debemos ser capaces de combinar la dualidad del campo y la ciudad en el desarrollo del cambio vital. Las sociedades que más avanzan son las más plurales», concluye.

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