Pedro Sánchez sí habló ayer de financiación autonómica. Cuatro segundos, contó el diputado de Compromís, Joan Baldoví. Los suficientes para asegurar que la reforma de un sistema que perjudica a la Comunitat Valenciana desde hace décadas es «un reto fundamental» de la legislatura. Unos segundos que no bastaron para concretar algún tipo de calendario ni qué piensa hacer el futuro ejecutivo socialista -si la investidura llega a buen puerto- con la deuda acumulada a causa de la infrafinanciación o si tiene previstas medidas compensatorias mientras opere el viejo (y actual) modelo.

¿Fue poco o fue un compromiso satisfactorio? Como casi siempre en política, depende de quién mire. Para el jefe del Consell y líder del PSPV, Ximo Puig, que acudió al Congreso de los Diputados, es significativo que Sánchez fijara como prioritaria la reforma de la financiación y anunciara un Pacto de Estado para evitar desequilibrios en las infraestructuras (citó el corredor mediterráneo dentro de las obras «necesarias» a fomentar). Para el resto de partidos valencianos, tanto de izquierdas como de derechas, fue notoriamente insuficiente.

Poco o mucho compromiso, la política y la sociedad valenciana andan escamadas con las promesas en las sesiones de investidura. En octubre de 2016, Mariano Rajoy anunció en un acto como el de ayer que iba a convocar la conferencia de presidentes autonómicos para iniciar el proceso de reforma del modelo de financiación. Lo hizo, el órgano se reunió el mes de enero siguiente y empezaron los trabajos. Pero cuando hubo que poner sobre la mesa una propuesta oficial, la voluntad y el impulso se diluyeron.

Quizá ese pasado, reciente, explica que ahora se necesiten algo más que compromisos genéricos sobre financiación y otros anuncios en tribuna parlamentaria para convencer a la sociedad local.

Sánchez sí habló del corredor, pero no de la AP7, ni de más inversiones, ni de la deuda de la Marina de València, aunque estos son asuntos que los socialistas valencianos dan por asumidos. Lo mollar ayer era la democracia y el pacto con Podemos, alegan.

El candidato sí habló (varias veces) de un proyecto feminista, progresista, ecologista y europeísta, pero no habló de una reforma federal de la Constitución para transformar instituciones como el Senado, como pide el Consell valenciano.

Lo que queda también de la larga jornada es que Sánchez aspira a un gobierno con aroma botánico. Muchas de las propuestas que dejó van en esa línea: el fomento de la FP, el impulso a la inteligencia artificial, la gratuidad de la escuela infantil, la ley para la función social de la vivienda, las medidas por la igualdad... Pero no quiere «ni hablar» de un gobierno «a la valenciana», de coalición. Eso le reprochó enojado Pablo Iglesias.

Así que de momento, Sánchez solo tiene los apoyos valencianos de su partido ante la votación de hoy, previsiblemente fallida. Tal vez el jueves sea otra historia.