En 1492 se compraron un conjunto de casas donde agrupar los estudios dispersos que había en la ciudad de València. Ese estudi general abrió sus puertas en 1499 y, ayer, 520 años después, la universidad que forma a uno de cada tres estudiantes de grado en la Comunitat Valenciana iniciaba un nuevo curso, en ese mismo espacio, conocido hoy en día como la Nau.

La rectora de la Universitat de València, Mavi Mestre, aseguró que ese pasado «empuja hacia el futuro» a la Universitat de València y daba la bienvenida al 2019-20 acompañada de una amplia representación de la sociedad. Al acto asistieron la consellera de Universidades, Carolina Pascual, el vicepresidente del Consell, Rubén Martínez Dalmau, y el conseller de Hacienda, Miguel Soler, entre otros muchos representantes políticos, tanto locales como autonómicos, y de diferentes ámbitos, además de académicos.

En un reivindicativo discurso muy ligado a la actualidad, la rectora pidió un pacto por la educación y la investigación para «enfrentar mejor los retos» y como «fuente de progreso». Asimismo, también exigió un nuevo modelo de financiación para la Comunitat Valenciana, lo que consideró «urgente». «La profunda crisis fiscal resultado de la infrafinanciación tiene un impacto en el sistema universitario, que tiene menos recursos que hace una década», lamentó. «Estamos en un contexto realmente adverso, hemos mejorado estos cuatro años, pero aún estamos lejos de los niveles de antes de la crisis, que ha marcado la evolución de la sociedad durante una década», recalcó. Asimismo, aprovechó para recordar que está pendiente la aprobación del preacuerdo del convenio colectivo del personal laboral universitario

Entra un euro, salen 2,7

A pesar de la falta de ingresos en esta «postcrisis», que también quedó patente en el discurso de la secretaria general de la universidad, María Elena Olmos, quien leyó la memoria del pasado curso y apuntó que los gastos superan en 100 millones a los ingresos de la UV provenientes de la Generalitat, la rectora defendió que «la bajada de las tasas debería continuar» y que «por cada euro invertido, el sistema público universitario retorna 2,7 a la sociedad».

Mavi Mestre también habló de la «fragmentación» de las sociedades actuales, de los «negacionistas» del cambio climático y de la igualdad, y se acordó de las «víctimas de la intolerancia y la violencia de género».

Criticó los «feminicidios», el «drama del Mediterráneo» y la situación en Siria, Palestina y el Sáhara «en el 70º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos». Ante la actual situación política, pidió «más pactos» y recordó que la Universitat trabaja «por la igualdad, la diversidad, la ética y las buenas prácticas académicas».

Por su parte, la consellera Carolina Pascual definió el sistema universitario valenciano como «excepcional con mayúsculas» y recalcó que «cuenta con profesionales muy bien valorados dentro y fuera de nuestras fronteras». La responsable de universidades anunció la creación de una «institución para la excelencia científica» que convierta la Comunitat Valenciana «en un polo de atracción de personal científico».

Pascual aseguró que en su cargo demostrará «con obras la fe en nuestro sistema universitario» y se comprometió a implantar un plan de financiación «estable», como reclaman las instituciones. Asimismo avanzó que la Generalitat trabaja por un mapa de la ciencia y que el plan GenT de 2019 «será incluso mejor» que la última convocatoria, gracias a la cual han retornado 17 investigadores.

El acto, celebrado en el Paranimf, fue amenizado por el Orfeó Universitari y contó con la clase magistral de la profesora Josepa Cucó, quien, emocionada, habló sobre el concepto de «folclore»: cómo el abuelo del poeta Antonio Machado lo introdujo en España y cómo el folclorismo valenciano, que costó despertar y en el que destacó el historiador Francesc Martínez i Martínez, «cayó en el olvido» en el Franquismo. Hasta entonces, en el caso valenciano, los estudios que se dieron, «de nula raíz institucional», se dividían entre los relacionados con la lengua o los que daban una «imagen fallida de país».