Son las once y cuarto de la mañana y una doble fila aguarda a lo largo de buena parte de la Avenida de Tarongers. Es domingo pero no juega el Valencia. Miles de personas abarrotan el aulario norte del campus de Derecho de la UV para participar en uno de los procesos selectivos más multitudinario en años. Correos ha convocado este domingo en 29 ciudades españolas la mayor oferta de estabilización de empleo lanzada en Correos en la última década. Cuatro mil plazas a las que aspiran 166.000 personas, algunos 'interinos' en la empresa pública; muchos más en busca del sueño de estabilidad laboral que se vive bajo el paraguas del Estado.

La vida del opositor es dura, pero el acompañante, parejas o familiares de quienes aspiran a una plaza pública, también requiere empatía por las horas de estudio robado al ocio o la familia. «Es un momento de nervios, y teniendo un bebé de dos años la logistica es más complicado. Hay que pasar por ahí para obtener unos resultados», cuenta Paloma, paciente mientras se pelea con el paraguas y trata de proteger a su hija de los primeros estragos del temporal que este domingo ha entrado en València.

Ella, que también lo intentó con las oposiciones, espera a su marido, que remata el examen para las 419 plazas de reparto en moto y a pie, clasificación en centros logísticos y atención al cliente que se disputan esta mañana de domingo. «Trabajamos los dos, yo como aparejadora y él en la automoción. Lo buscamos sobre todo para cubrir los horarios de la niña. Mi sector es complicado y así sería más fácil conciliar», explica.

Entre los 19.483 inscritos a este proceso en la C. Valenciana, los hay empleados de Correos que buscan consolidar su plaza; también los hay parados y acuden, sobre todo, insatisfechos en el sector privado y en busca de lo mismo: estabilidad, horarios fijos, mejor salario... Certidumbre y calidad de vida, en definitiva.

«Simplemente intento abrir otras puertas. Y probar, porque me lo habían comentado. Busco un cambio aunque no tengo problema. Buen salario y menos incertidumbre es lo que le veo de positivo», explica Jorge, de 38 años, con un trabajo de administrativo en la empresa privada. ¿Y cómo ha ido? «Una quiniela».

Hay hasta parejas que acuden al proceso. «Ser funcionario parece que tenga más salida. Te asegurarte un puesto de trabajo y un sueldo fijo todos los meses», apunta Raúl, joyero de 41 años que busca certidumbre ante un sector donde ve poco futuro a su trabajo y salario escaso. Él se ha presentado a las de reparto y clasificación, a primera hora; su mujer, en el paro, lo hacía en la segunda conovatoria de la mañana a las de atención al cliente.

La lluvia comienza a arreciar hacia las doce y el entorno de los accesos al aulario de Tarongers son un hormiguero, entre los que esperan a familiares, los que han terminado y los que comienzan a llegar para la segunda convocatoria. Viene de todos los puntos de Valencia. También de Castelló, cuenta María de la Dueña, responsable autonómica del sindicato CSIF en Correos. «Estamos muy contentos por lograr que haya nueva entrada de personal», explica la dirigente, orientando a los aspirantes y afiliados. Y es que muchas de estas plazas serán trabajadores que, gracias a los méritos acumulados, podrán consolidar un puesto.

Es a lo que aspira Fina, de Castelló, que espera la salida de su hija, ya dentro de la empresa. O Raquel, una diseñadora gráfica de 28 años actualmente en paro. No parece que le haya ido muy bien, pero sabe lo que quiere. «He venido por probar. Me parece un trabajo estable, cómodo, con buen horario y supongo que el sueldo también será bueno. Un poco la combinación de todo». Esta joven, cuya última experiencia ha sido una beca de lo suyo en el Ayuntamiento de Vila-real, sabe lo que quiere. "Después de probar lo público es fácil querer volver. A ver si tengo suerte".