«El futuro del planeta depende de nosotros mismos, del ser humano». Así de categórico se expresa José Antonio Sobrino, físico, profesor e investigador en la Universitat de València en el campo de la Teledetección y Premio Rei Jaume I de Protección del Medio Ambiente 2019. Y la única vía, hoy por hoy, para empezar a revertir los efectos del calentamiento global pasa por reducir la dependencia de los combustibles fósiles. «Se ha de mejorar la eficiencia energética, algo complicado porque la presión demográfica cada vez será mayor y se necesitará más energía», alertaba. De ahí la complejidad para que los países desarrollados empiecen a cumplir los acuerdos de París rebajando los gases de efecto invernadero.

El Objetivo de Desarrollo Sostenible 13 de Naciones Unidas contempla, precisamente, la necesidad de impulsar políticas urgentes para combatir el cambio climático, como recordaba la directora Lydia del Canto. Un tema sobre el que versaron distintos expertos en la materia, tanto del ámbito científico como del público y privado, en las instalaciones del periódico Levante-EMV dentro de los desayunos organizados por este diario con motivo de los ODS y patrocinado por Facsa.

En ese contexto, Sobrino incidía en la necesidad de mantener el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de los 2 grados centígrados. Un umbral que los peores vaticinios ya sitúan como superado para 2070, treinta años antes de las previsiones iniciales. «Depende de nosotros cambiar la dinámica, aunque el interrogante es qué ocurrirá si hay un cambio abrupto, cosa más que probable si no se apuesta por medidas concretas cuanto antes», recalcaba.

El investigador ahondaba en la obligación de explicar a través de foros como el de Levante-EMV «en qué se invierten los dineros públicos y qué es lo que investigamos». En ese punto, señalaba que los satélites «permiten ver la salud del planeta», lo cual le lleva a preguntarse sobre los negacionistas «cuando las imágenes son muy claras». «Hay que hacer caso a los científicos, hace 40 años ya alertamos del cambio climático», remarcaba Sobrino.

Datos científicos sin eco

El incremento de temperatura del planeta es indiscutible, coinciden todos los investigadores, con 2019 como el segundo año más cálido después de 2016 y con 0,2 décimas de aumento cada diez años. Flotando quedó una cifra preocupante sobre la concentración de CO2: las 416 partículas por millón registradas hace unos meses por el Observatorio de Mauna Loa (Hawai). El registro más alto desde hace tres millones de años. «Pero los datos científicos no encuentran el eco adecuado», insistía.

Julio Monreal, director general de relaciones institucionales de Editorial Prensa Valenciana, destacaba el papel divulgativo que cumplen los periódicos del grupo. «Somos un agente social, no solo un recogedor de noticias», remarcaba. A la pregunta de cuál ha de ser la tarea de las autoridades públicas en la persecución de sociedades más justas y sostenibles, Elisa Valía apuntaba: «Hay que ser valiente, la gente espera que hagamos políticas y se tomen decisiones en el tiempo en el que te toca vivir». La concejala del Ciclo Integral del Agua de València tiene como reto preservar un recurso, el hídrico, que es limitado. «Hablamos de una materia que cada vez va a haber menos, que requiere de tratamientos químicos y de energía para transportarla», comentaba.

El lema de la socialista es toda una declaración de intenciones: «Gestionamos el agua, no la repartimos». «Hay que trabajar con la ciudadanía para que entienda que el agua es un bien escaso, porque no podemos producirla», manifestaba. En esa línea adelantaba que la idea es aprobar un modelo de gestión eficiente más allá de gobiernos, partidos o legislaturas. Y era crítica al admitir que a día de hoy «no hay una política de agua coherente más allá de la inmediatez». «El cien por ciento de cada gota ha de ser reutilizada porque dos tercios del agua tratada en Pinedo se va al mar y podría ir a l'Albufera», reiteraba.

Beber agua del grifo

Otro caballo de batalla y no menor en la lucha contra el cambio climático pasa por beber agua del grifo, que permitiría también reducir los residuos de plástico. «València tiene un problema grave con el agua embotellada, pues el 80 % de la población la consume pero luego en las catas el 70 % no es capaz de identificar cuál es la del grifo». «Hay mucha leyenda con lo del mal sabor, tenemos que hacer un esfuerzo enorme por cambiar hábitos», señalaba Valía.

Samira Khodayar, del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo, e investigadora de los efectos del cambio climático, no tiene dudas. «Cada vez habrá mas inundaciones, con más precipitaciones y más intensas. Eso lo sabemos, va a pasar», aseveraba, para alertar: «Y en verano tendremos más olas de calor». «No va a haber momento en que tengamos un descanso, es un problema local y global», insistía. «El Mediterráneo y África son un punto caliente del cambio climático, y California, con una climatología muy parecida a la nuestra, es un reflejo de lo que nos espera», comentaba, en alusión a la ola de incendios que afectó en otoño a la costa oeste de Estados Unidos.

Voluntariado científico

Esta física e investigadora rehuye los mensajes catastrofistas que en su opinión alejan de la búsqueda de soluciones. «No está todo perdido, se puede y se debe hacer mucho en prevención, mitigación y adaptación frente al cambio climático», reclamaba. «Este es un problema a largo plazo, donde la inmediatez nunca es la solución», explicaba. «No podemos dar la espalda a lo que ya está aquí, el cambio climático no es algo del futuro y su gestión solo puede llegar desde la ciencia, la política y la sociedad», apuntaba, exigiendo más recursos para la ciencia. «La inversión ahora no es suficiente, hacemos voluntariado científico», ironizaba poniendo el dedo en la llaga. «En Alemania hay una partida del presupuesto solo para cambio climático», espetaba.

José María Ángel, Secretario Autonómico de Seguridad y Emergencias, hacía hincapié en la importancia de una buena respuesta en caso de temporales extremos como ha sido Gloria, o el anterior que tantos daños ocasionó en la Vega Baja y Ontinyent. Además, subrayaba como fundamental «acudir a fuentes oficiales o fiables como los medios de comunicación y huir de los bulos». En ese punto, recordaba lo trascendental que resulta disponer de los mejores sistemas de alerta «que nos permiten aumentar nuestras capacidades y estar preparados para nuevos riesgos que cada vez serán mayores».

Javier García, responsable de subdirección y saneamiento de Facsa, pedía a las empresas «un poco más de esfuerzo» en ese camino hacia la sostenibilidad que persigue la ONU. Desgranaba la apuesta de Facsa por minimizar el impacto ambiental, con vehículos eléctricos, menos gasto de energía o la labor pedagógica con actividades educativas como el Aula del Agua. «Se trata de reeducar hábitos en los niños cambiando pequeñas cosas del día a día», razonaba García. Aprovechaba también para criticar los escasos compromisos de la Cumbre del Clima COP25 de Madrid.

Alejandro Bermejo, presidente de la Asociación de Empresarios de Carpintería y Afines de la Comunitat Valenciana (Asemad), realizaba un decidido discurso por la economía circular. Algo que en el caso de la madera pasa por el uso de materiales certificados y de calidad que permitan la posterior reutilización. «Si el siglo XIX fue el del metal y el XX el del hormigón, el XXI va a ser el de la madera», vaticinaba. Y, además, hacía un alegato en favor de la sostenibilidad afrontada como un reto. «No podemos verlo como una traba o imposición, sino como una oportunidad», recalcaba. «Hay que innovar buscando siempre generar el mínimo residuo posible, porque de la madera se aprovecha todo», manifestaba.

Natalia Carbonell, promotora de ODS, destacaba la importancia de que se haga «un poco de ruido» con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. «La difusión es nuestra máxima prioridad», confesaba. Recriminaba, además, la falta de formación académica en cuestiones de cambio climático. «El universitario que acaba sus estudios sin interiorizar cómo aplicar en sus distintas profesiones este tipo de cuestiones está ya perdido», advertía quien se dedica a expandir la causa de la sostenibilidad entre los más pequeños.

Variedades agrícolas resistentes

En la idea de buscar fórmulas de adaptación a los efectos del cambio climático, Javier Puig y Connecta Natura investigan la búsqueda de variedades antiguas de árboles frutales más resistentes al aumento de las temperaturas. «Trabajamos sobre el territorio en la recuperación de hábitats naturales y de balsas de agua que se estaban perdiendo por el abandono rural», explicaba Puig, en un mensaje esperanzador.