El sector privado, en alianza con la administración, lleva tiempo trabajando en la incorporación del turismo a los parámetros de sostenibilidad, alineando esta industria con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Algunas de estas experiencias fueron el eje central de la primera de las mesas redondas que se celebraron ayer en el foro Turismo Sostenible, organizado por Levante-EMV con el patrocinio de la agencia Turisme Comunitat Valenciana, la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP) y la Universitat de València, y que reunió a más de un centenar de personas en el Jardí Botànic.

En ella participaron Laura Fandos, directora de Estrategia de la consultora valenciana Globaldit; Josep Vicent Mascarell, presidente del Comité de Ética de Baleària; Eduardo Nogués, director general de l'Oceanogràfic; Rosa Vives, de la Ruta del Vino de la DO Utiel Requena, y Antoni Bernabé, director general de la fundación Visit València.

Cuestionados sobre cómo se puede evolucionar hacia un sector de menor impacto teniendo en cuenta la importancia de una actividad que genera el 14% del PIB, Laura Fandos, de Globaldit, califica la sostenibilidad de «imperativo» para el sector. Para la consultora, hay que celebrar que tanto la sociedad, como el sector y la administración «ya han tomado conciencia de sostenibilidad».

Eso sí, en un territorio como este, cuyos destinos son de sol y playa, pero también ciudades y recursos de interior con características diferentes, «hay que pensar cómo gestionamos esa nueva realidad, con modelos de desarrollo utilizados hasta ahora que están superados».

Desde la naviera Baleària, Mascarell anima directamente a «comprometerse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible» como vía para mejorar la huella del sector. «Debemos de tener claro que desde que Colón salió de Palos y volvió de América, se generó una ruta transitable segura. Desde entonces todos estamos condenados a ser turistas. Somos 1.600 millones de personas viajando, una sexta parte del planeta. Y los demás tienen el mismo derecho. Es un derecho disponer de la prosperidad necesaria para poder viajar», reflexionó.

Si Mascarell plantea el turismo como un derecho ligado a la lucha contra la pobreza, el director general de Avanqua, la empresa gestora de l'Oceanogràfic, habla de la viabilidad como clave para que el turismo sea sostenible. «Vivimos en un mercado supercompetitivo. Hay que ser empático, hacer que el que nos visita se vaya con una buena sensación. Por eso tratamos de que la experiencia, que antes era contemplativa, ahora sea más persuasiva: apelar a la emoción y hacer partícipe a la gente de que cuando llegue a casa, sus acciones hacen que el océano sea más vivible», explicó Eduardo Nogués.

Desde el ámbito más rural, Rosa Vives, técnico de la Ruta del Vino de la DO Utiel Requena, explica sobre la sostenibilidad que la aportación de su sector no solo se centra en una bodega, sino que la cultura del vino contribuye a la «fijación de la persona en el ámbito rural y la dinamización económica a través del empleo».

Por contra, desde la perspectiva urbana, en concreto de una gran ciudad tractora de turismo como València, la experiencia dice que la sostenibilidad no es solo una obligación, sino también una estrategia que puede beneficiar al sector. «El beneficio de los ODS para el turista es extraordinario. Se encuentra un destino más auténtico, con más valor porque refuerzas aquello que te singulariza. Y eso hay que comunicarlo: el turista va a ser consciente de que está contribuyendo en algo que beneficia al planeta. Multiplicas el nivel de satisfacción en todas las capas», apunta Toni Bernabé, de Visit València.

Nogués, de l'Oceanogràfic, insiste en esa importancia de comunicar: «Cuando la gente sabe que si deposita el plástico donde toca está siendo parte de la solución, sale emocionada». «La gente está ávida de recibir buenas noticias. Tenemos que involucrar a los visitantes en ello», apunta el directivo de uno de los recursos turísticos de mayor crecimiento en la ciudad.

En tiempos de récord de turismo, la masificación comienza a ocupar a las administraciones, sobre todo por su impacto en el resto de la ciudad. «Anticipar los flujos turísticos es importante, tenemos herramientas para derivarlos y evitar impactos», señala Fandos, de Globaldit. «Si se cumple con los ODS, una de las claves es trabajar para que los beneficios repercutan en el propio residente. Es el primero en disfrutar del cuidado del entorno, la puesta en valor del patrimonio cultural», añade Bernabé, espantando el fantasma de la turismofobia.

Finalmente, Josep Vicent Mascarell interpela al sector para que los ODS no se queden en el ámbito del lenguaje, sino que nos obliga a pensar en una nueva clave: «Es importante tener en cuenta personas, planeta y sostenibilidad cuando desarrollas un nuevo producto. No es solo ponernos una chapita. Hay que interiorizarlo». Y añade: «Las ODS dicen que todos podemos contribuir, aunque sea en algo muy pequeñito. El 71% de las emisiones las hacen cien empresas. Es poco lo que podemos hacer, pero hay que hacerlo», explica desde Baleària, que está poniendo en marcha proyectos como la conversión de la flota a gas natural licuado, o la formación de jóvenes en Marruecos para incorporarlos a la plantilla».