Pocos sectores económicos hay tan sensibles al miedo como el turismo. Lo que no han conseguido las amenazas geopolíticas, el terrorismo, la inseguridad, la caída de la libra, del rublo, las guerras comerciales o la quiebra de aerolíneas, lo está provocando en pocos días unas mascarillas y el ruido: alterar los ánimos de una industria que lleva años de récord sorteando balas sin un rasguño.

«Estamos preocupados por tanta alarma», reconocen casi al unísono las agencias de viaje, las autoridades de promoción turística o la patronal hotelera Hosbec. Y es que, aunque ningún actor de la cadena turística va a devolver un solo euro a nadie que alegue el temor como motivo para cancelar un viaje, existe la certeza de que asientos de avión contratados y noches hoteleras reservadas se están quedando vacantes, que la ocupación de los vuelos está bajando.

De momento, el impacto está siendo menor, aunque significativo del estado de ánimo colectivo. Para Fallas no hay constancia de ninguna cancelación, pero la ciudad de València ya está sufriendo la suspensión de la llegada de grupos de turistas coreanos, chinos, japoneses y también italianos, confirman desde la patronal autonómica Hosbec. Son países donde el impacto del virus es considerable.

Pese a los mensajes de tranquilidad (no es peligroso para la inmensa mayoría de la población y su tasa de propagación es limitada) la psicosis generada ha comenzado a impactar en los destinos ligados a las zonas más afectadas con el COVID-19.

Cambio de destinos

Por fortuna, la C. Valenciana, básicamente sus destinos estrella Valencia y Benidorm, están muy lejos de esa consideración de zona de contagio que sufre el norte de Italia, por ejemplo, con la recomendación de no viajar, pero se teme que los potenciales viajeros aplacen decisiones de gasto o escojan otros destinos que no hayan sufrido aún ningún caso de esta epidemia.

Y es que sin llegar a cambiar la vida de las personas, estos fenómenos inevitablemente modifican rutinas. Nuria Montes, secretaria general de Hosbec, lanza estos días un mensaje de tranquilidad en torno a las posibles repercusiones en el sector turístico de la crisis del coronavirus. Montes admitió que «indudablemente factura pasará porque una de la premisas del turismo es moverse en un entorno de seguridad. Si nos afectaron los atentados del 11 S claro que nos afectará pero, de momento, nadie sabe cómo, porque tampoco estamos teniendo cancelaciones. Además como no hay ninguna prohibición de viajar por Europa la gente seguirá tomando vacaciones. Sí lo notaremos pero no sabemos en qué».

Desde la patronal hotelera se han dado algunas recomendaciones adicionales a los hoteles asociados, sobre todo, para que amplíe la información sanitaria que se da a los clientes y, por supuesto, que todo esté limpio: «En turismo el efecto dominó está activo siempre pero creo que el tema se ha desmadrado, por ejemplo, con el uso de las mascarillas cuando se ha demostrado que sólo son eficientes en caso de personas con el virus».

Miguel Jiménez, presidente de la Asociación de Agencias de Viajes de la C. Valenciana, señaló: «Estamos preocupados, lógicamente, pero no hay catarata de cancelaciones. Alguna ha habido pero, por ejemplo, yo tengo reservas de clientes para viajar a China en abril a una feria y no han cancelado, y lo mismo ha pasado con Italia, que son los dos países que están ahora bajo el foco. Pienso que no hay que ser alarmistas. Debemos esperar a ver cómo evolucionan los acontecimientos, y que la noticias sean más positivas y, por supuesto, que se encuentre pronto una vacuna», apunta.

Jiménez tampoco está preocupado por el impacto ante la escapada de Semana Santa, primer test del sector ante la temporada alta. «Se trata de un periodo en el que la gente decide a última hora, por lo que de momento no hay alarma. ¿Preocupación? Lógica, pero no seamos alarmistas».