Aquella tarde del 23 de febrero del año 1981, en Radio Popular de la Plana, Xavier Manzanet recogía el bando del capitán general Milans del Bosch, con la orden de leerlo en antena cada media hora y suspender la programación, que desde ese momento debía sustituirse por marchas militares. El periodista se lo entregó a su director preguntándole qué debía hacer. La respuesta fue tajante: «Tirau al fem!!». Así era Joan Soler, carácter y criterio en feliz sintonía. Y no solo se negó a leer aquella soflama golpista. Después de invitar a los trabajadores de la emisora a que se marcharan a sus casas en previsión de represalias, y ya solo acompañado por Manzanet, Manolo Molina y Gonzalo Juan, la emisora de Vila-real fue la única de toda España que mantuvo siempre abierta la línea informativa.

Tras el fracaso de la asonada se organizó una manifestación en todas las capitales de provincia, al término de la cual se leía un texto en defensa de la democracia y la Constitución. En Castelló, todos los partidos políticos, sindicatos y entes civiles decidieron que aquella proclama de valores la leyera Joan Soler i Usó. Aquella voz que no consiguieron acallar los golpistas enmudeció para siempre el 4 de marzo. Tenía 85 años y llevaba desde julio de 2018 recluido en casa, víctima de una cruel enfermedad. La semana pasada fue enterrado, y a su sepelio acudieron los presidentes de la Generalitat Ximo Puig y Joan Lerma, el conseller Vicent Soler, el alcalde de Vila-real José Benlloch, el ex alcalde de Castelló Daniel Gozalbo, los empresarios María José Soriano, Manuel Colonques, Silvestre Segarra y Joaquín Font de Mora, los periodistas Julián García Candau y Jesús Civera, el director de Mediterráneo José Luis Valencia, y compañeros suyos de Cope en Vila-real, toda la Comunitat Valenciana y Palma de Mallorca.

Soler era funcionario de banca y, desde muy joven, se enamoró de la radio. Primero en la Cadena Azul, recaudando fondos para la reconstrucción del templo de Sant Pasqual, y después en la cadena del Movimiento Nacional. Ambas se cerraron y fue entonces cuando se embarcó en la aventura de abrir la EAJ78, que, al poco de sus primeras emisiones, se encargó de ofrecer a la iglesia aprovechando que era la única provincia que se había quedado sin emisora propia. El entonces obispo Pont i Gol aceptó el reto y así nacía Radio Popular de la Plana en octubre de 1967.

Empezó en dos pisos unificados en la calle de la Iglesia que había alquilado, hasta que en 1981 compraba el bajo del residencial Santa Águeda, que ocupa en la actualidad. En agosto de 1983, fue el primero en llevar su antena de emisiones al Bartolo para llegar a todos los rincones de las comarcas castellonenses. Soler pasó a dirigir la emisora de la cadena en Palma de Mallorca y, años después, asumió la dirección regional de la Comunitat Valenciana, Albacete y Murcia, además de consejero nacional hasta su jubilación. Pero no se apagó su vocación periodística, que saciaba con dos columnas semanales en el periódico Levante de Castelló, durante 27 años, tiempo en el que también fundó y fue asiduo de la televisión local TV4.

Recibió múltiples reconocimientos durante su trayectoria, como el premio Popular de Palma o el premio Poble de Vila-real, siendo además el primer miembro de la sociedad civil en leer la Carta Pobla de la Fundación de su ciudad en 2012.

Era capaz de plantar cara a todo el mundo en defensa de sus compañeros. Lo hizo con el obispo auxiliar de València, Rafael Sanus, se supone que guiado por el cardenal Garcia Gasco, quien le conminó a despedir a los tertulianos; a lo que Soler se negó. O aquel otro empresario que no aceptaba la crítica al equipo que patrocinaba, y al que Soler le respondió sin acritud pero con fuerza que se dedicara a hacer taulellets, «que es lo que sabes hacer», para añadir que para dirigir la emisora y sus redactores él se bastaba. O cuando tenía que enfrentarse al gobernador civil, Pablo Martín Caballero, para sacar de los calabozos a Manzanet por invectivas en las que reclamaba el desvío de la N-340.

Fue un nacionalista de pro, en tanto que era un acérrimo defensor del idioma y del territorio. Llamó a capítulo a Fernando Abril Martorell y Emilio Attard Alonso, recriminándoles que siendo valencianos no habían sabido defender la nacionalidad histórica que nos hubiera permitido acceder a la autonomía a través del artículo 151. Les criticó que fuéramos la única comunidad -odiaba esa nomenclatura- identificada con el nombre de una única capital, lo que provocaba el lógico rechazo de las restantes. Por eso Soler les propuso, sin éxito, que rebautizaran la autonomía como Mediterráneo para salvar las fobias hacia el absorbente cap i casal, y hasta en su día llegó a proponerme que registrara ese nombre antes de que nadie se lo apropiara. Valga este texto homenaje para reivindicar al único padre de la idea y su combativa idea del periodismo.