El anuncio oficial de suspender las Fallas de 2020 dejó a todos los municipios falleros de Camp de Túria noqueados. En Llíria utilizaron la palabra «impactados»; en Bétera se quedaron «desolados», mientras que en Riba-roja fue «un palo muy grande». Las juntas locales quedaron en shock, sobre todo por la inversión hecha. Los monumentos, en su mayoría, no están aún en las calles, pero habrá qe buscar un alojamiento. Los ayuntamientos no tardaron en reaccionar: a primera hora del miércoles, una reunión en Riba-roja sentó las bases de la estrecha colaboración que mantendrá el consistorio con las agrupaciones. El alcalde, Robert Raga, decidió, con el beneplácito de los concejales, habilitar una línea presupuestaria para paliar los efectos económicos y sociales que tenga para las comisiones la suspensión de las Fallas.

Todas las juntas convocaron anoche una reunión con los ayuntamientos para hacerles ver sus necesidades. Una de ellas será el almacenaje de los ninots. El presidente de la JLF de Riba-roja, Rafa Fernández, apuntó a la utilización de una nave industrial donde las dos comisiones más grandes guardan monumentos y hacer extensible el alquiler al resto de grupos.

Mientras, en Bétera, según planteó el presidente de la JLF, Edgar Jorro, propondrán al ayuntamiento el uso de la antigua cooperativa, hoy almacén de construccion, para salvaguardar los monumentos. En l'Eliana, el presidente de la junta local, Kike Martínez, mostró su preocupación por la inversión realizada en el montaje de las carpas, que ahora tendrán que desmantelar, o la compra de los ramos para la ofrenda, que habrá que tirar, así como la comida y bebida adquirida para la semana fallera.

Para todo ello, en Llíria, con el mismo problema, el presidente de la JLF, Martín Martínez, aseguró que necesitarán ayuda municipal para hacer frente a gastos «de difícil retorno», como las carpas.