La tradición ha cambiado este 2020. Los buñuelos y la paella siguen estando encima de la mesa, pero ahora, no se pueden compartir. Ayer fue el Día del Padre más atípico de la historia. El confinamiento separó a padres e hijos, por lo que muchas familias tuvieron que improvisar planes alternativos. Como Marga, que desde esta semana está confinada en su domicilio junto a su marido y su hijo. Ante la imposibilidad de pasar el día con el resto de su familia, optó por celebrarlo con una «video-xocolatà». «Era la única manera de juntarnos. Cada uno hizo el chocolate en su casa y lo acompañó con lo que tenía», explica esta vecina de València.

Rafa, de 27 años, también se vio obligado a pasar este día lejos de su familia. Desde hace años vive con su pareja en Llíria, donde se ha quedado confinado. Sus padres, sus dos hermanos y sus abuelos viven en Petrés, donde celebraron el Día del Padre. «Me puse muy triste por no estar con ellos, pero intento concentrarme en que esto será algo pasajero», señala. Rafa toca el trombón en una charanga, por lo que este año se han roto dos tradiciones, la de poder tocar en Sant Josep y la de comer arròs amb bledes con el resto de su familia. «Solemos comer todos juntos porque además, es el santo de mi abuelo y el de mi hermano», apunta.

Lo mismo le ha ocurrido a Sara, de 30 años, vecina de Sagunt. «Nosotros solemos celebrar este día en un restaurante con toda la familia, después suelo ir a la falla para seguir el día con mis amigos», relata. Al vivir cerca de sus padres, puede verlos en algunas ocasiones, cuando coinciden a la hora de sacar a los perros. «Nos saludamos pero intentamos guardar una distancia prudencial. Nada de besos ni abrazos», asegura. Otra de las personas a la que no ve es a su hermana, a quien le queda un mes para dar a luz.

Enrique, de 63 años, también ha visto truncada la celebración de esta festividad. Normalmente celebra este día con su mujer y con sus dos hijas. Sin embargo, al estar considerado colectivo de riesgo -padece una cardiopatía- hace más de una semana que no ve a nadie. «Y parece que será para largo», añade. «La paella nunca ha faltado en esta casa el día de la cremà». Para celebrar el Día del Padre, sus hijas le mandaron imágenes y memes a través de WhatsApp y las redes sociales. «Obviamente no es lo mismo, pero al menos, las nuevas tecnologías lo hacen más llevadero». Sus hijas viven en Barcelona y no han podido trasladarse a la C. Valenciana a causa del estado de alarma. «Cuando cancelaron las Fallas, ellas pensaron que podrían venir igualmente unos días, ya que se habían pedido vacaciones. Sin embargo, la gravedad de la situación nos ha sorprendido a todos. Pensábamos que, al menos, podríamos pasar unos días juntos, pero no», lamenta.

La cancelación de las Fallas también sorprendió a Trini, una valenciana residente en Pamplona, que nunca se pierde el Día de Sant Josep en la terreta. «Siempre nos hemos reunido todos en casa de mi madre. Nos juntamos mis cuatro hermanos, mis cuñados y mis seis sobrinos. Comemos paella y después de descansar en el sofá, comemos buñuelos». Los padres de Trini fallecieron, su madre hace dos años, por lo que preservar la tradición familiar era un propósito importante cada vez que viniese a València. «Es triste, siento mucha añoranza, pero es un sacrificio que tenemos que hacer, sobre todo, por la gente mas vulnerable». Trini es religiosa del Sagrado Corazón, aunque siempre compaginó su vocación con las tradiciones falleras. «Llegué a ser fallera mayor de mi falla. No hay que perder la esperanza. El pueblo valenciano siempre resurgimos de las cenizas», aseguró.