Hay un tema que lo está acaparando todo y probablemente eso está haciendo pasar desapercibido un comportamiento increíble de la pluviometría en los últimos meses, especialmente en la parte teóricamente más seca e irregular de España. Muchos observatorios de Murcia y la Comunitat Valenciana superan los 1.000 mm en los últimos doce meses y algunos los 2.000. Tras uno de los inviernos más secos que se han registrado, el primer trimestre de 2019 finalizó en muchos lugares con 0 mm y en la mayoría con menos de 50, llegó la Semana Santa y dejó un gran temporal en muchas zonas, primaveral en lo prolongado, pero bastante torrencial en algunos casos. Los meses de mayo, junio y julio volvieron a ser secos, cosa bastante normal por otra parte, pero agosto ya empezó a dejar registros interesantes en puntos poco habituales del litoral sur de Alicante a base de tormentas o lluvias cálidas. La DANA de septiembre, la llamo así por entendernos porque a mí no me gusta ese nombre, rompió récords en muchos lugares poco habituales. El resto del 2019, aun con la típica irregularidad territorial no dejó de ser lluvioso en muchos puntos, lloviendo, y nunca mejor dicho, sobre mojado. Hasta aquí se cumplía la regla del comportamiento irregular y espasmódico de la lluvia en todo este entorno, teóricamente a más en el contexto del cambio climático, pero entonces llegó enero con un temporal invernal espectacular, Gloria, con viento, nieve y lluvia que volvió a caer casi en los mismos sitios. No es tan raro tener estos temporales más persistentes que torrenciales en invierno, pero este fue especialmente intenso. Llegó febrero, y, como suele suceder en los últimos años, no dejó nada que reseñar y todos creímos en una repetición de 2017 con un inicio de año, enero y marzo, espectacular, pero con los nueve meses restantes muy secos. No obstante, marzo y abril volvieron a abrir el tarro de las esencias pluviométricas, pero demostrando que en el entorno mediterráneo no solo sabe llover en pocos días todo el registro sino que es capaz de llover en muchos días con todos los estilos, lloviznas, lluvia moderada, tormentas primaverales. Y así estamos, casi sin ver el sol desde que, curiosamente, empezó el confinamiento, haciendo pensar a algunos que hay una relación que no existe, porque esto ya empezó en abril de 2019 con la contaminación a todo trapo, y porque en muchos lugares de España no ha llovido apenas. Los campos no pueden literalmente más y, aunque puede que me arrepienta cuando venga la escasez, que vendrá, de verdad espero que no llueva mucho más porque la saturación del suelo es total y ya no se está aprovechando nada ni para el campo ni para el monte.