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"La compra de vehículos no va a ser una prioridad de los usuarios este año"

La patronal de fabricantes a la que pertenece Ford reclama un plan renove, más crédito y flexibilidad laboral - El sector vuelve a 2012, peor año de la crisis

"La compra de vehículos no va a ser una prioridad de los usuarios este año"

Los fabricantes de automóviles se preparan estos días para el resto de un 2020 de vértigo. El impacto del coronavirus complica más aún el contexto de incertidumbre por la caída de la producción y la reestructuración de un sector que vive encrucijadas como la del cambio en las motorizaciones. Y sabe que no podrá hacerlo solo.

«Desde el sector somos conscientes de que muchas personas van a atravesar una complicada situación laboral y económica tras el levantamiento del estado de alarma, y que la compra de vehículos no será una de las prioridades de los usuarios. En el mes de marzo, las matriculaciones de turismos y todoterrenos han caído un 69 %, y para el conjunto del año se prevé que haya un retroceso del 30 %», asegura a Levante-EMV el director general de la asociación nacional de fabricantes (Anfac), José López-Tafall.

La patronal que agrupa a Ford y al resto de marcas con producción en España está reclamando ayuda al Gobierno en diferentes frentes, y el del plan renove es uno de ellos: «Este es el momento para establecer un plan de choque que efectivamente incluya un plan de impulso a la demanda, que ayude a la recuperación del mercado de forma rápida. La renovación del parque sigue siendo una oportunidad para avanzar en un sector más descarbonizado y eficiente y, en este momento, es necesario unir a ese objetivo una faceta de impulso coyuntural horizontal», asegura el dirigente.

Las fábricas, Ford entre ellas, diseñan estos días su hoja de ruta sobre un folio que tiene los renglones torcidos. Fabricantes como PSA han anunciado decisiones de una lógica aplastante: no volverán fabricar hasta que no abran los concesionarios. Otras, como Ford, aún no han aclarado qué día abrirá (se estima que el 4 de mayo) y a qué ritmo volverá la producción. En conjunto, las once plantas españolas calculan que este año la producción caerá un 25%, con un agregado de vehículos fabricados al nivel de 2012, el peor año de la crisis.

¿Cómo sobrevivirá el sector a esto? «Debemos trabajar en un plan de choque para el sector con un paquete de medidas que debería abordar todos los aspectos relevantes para la industria y el sector de la automoción, de tal manera que se garantice, en la medida de lo posible dentro de la grave crisis que atraviesa España, la competitividad y viabilidad futura de todas las empresas y componentes de la cadena de valor de este sector, tan importante para España», avisa López-Tafall.

Este rescate se concreta en «un plan de choque de estímulo de la demanda, que afecte al conjunto de vehículos y que favorezca la renovación del parque con las mejores tecnologías disponibles. En estos momentos ha de primar la recuperación de la demanda y del mercado, para impulsar el empleo y la producción, y entendemos que eso también es compatible con nuestros objetivos medioambientales».

Peligro de desaparición

Pero también, y pensando en la supervivencia de unas empresas que emplean a miles de operarios (el 9 % del empleo español), se reclaman medidas de liquidez, en forma de crédito barato y flexibilidad fiscal. «Hacen falta líneas de crédito para que las pequeñas empresas del sector puedan sobrevivir en los próximos meses. Si no, un porcentaje de ellas van a desaparecer. Pero también para las grandes empresas, necesitamos líneas de crédito y después, retrasar las cargas sociales que se puedan aplicar. Además de medidas enfocadas en la flexibilidad laboral y que otorguen liquidez para las empresas».

Y es que qué hacer con los trabajadores es en estos momentos una de las preocupaciones de las compañías. En el caso de Ford, como adelantó Levante-EMV, se da por hecho que tras el actual Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) ligado al estado de alarma, va a tener que negociarse otro por causas productivas, a tenor de una desescalada que va a ser lenta hasta la recuperación de los niveles previos de producción. Unos cálculos muy difíciles de efectuar por todo lo que rodea a la pandemia: incertidumbre en cuanto el regreso a la normalidad y el comportamiento de un usuario que puede contener el consumo hasta niveles desconocidos por la falta de certeza sobre cuánto durará esta crisis.

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