Si a los profesionales de la salud mental les preocupan los efectos que tendrá la crisis sanitaria por las consecuencias económicas que acarrea, a los veterinarios les genera una cierta inquietud lo que les ocurrirá a las mascotas. Uno de los efectos que se vislumbran es que el fin de la cuarentena y la posterior desescalada provoca ansiedad en los perros.

Los animales domésticos están habituados a las costumbres y horarios de sus propietarios. La cuarentena ha supuesto contar con ellos mucho más tiempo y eso tiene sus consecuencias. «Uno de los problemas derivados del confinamiento lo empezaremos a notar en breve. La vuelta progresiva a la normalidad puede desembocar en problemas de ansiedad por separación en perros. Son animales muy dependientes y han estado con nosotros mucho más tiempo a pesar de reducir los paseos debido a que no se podía estar en la calle todo el tiempo que uno quería. Por ello, han disfrutado de su humano más que de normal», explica a Levante-EMV Amaya Pascual, gerente de Natura, clínica veterinaria de Alzira.

Los efectos no serán exactamente los mismos en otra de las mascotas más comunes. «En los gatos ha pasado lo contrario, han notado mucho el hecho de perder su tiempo de individualidad o soledad, cosa que les encanta, así que ellos padecerán menos la desescalada», pronostica. No obstante, Pascual destaca que hay formas de evitar el abatimiento canino. «El consejo que podemos dar ahora es que la vuelta a la normalidad se haga de manera progresiva, que si vamos a dar un paseo nos dejemos al perro en casa y que la ausencia sea cada vez mayor, de ese modo no se siente un cambio tan brusco entre estar todo el día en casa a pasar doce horas fuera», recomienda la experta veterinaria.

Como un supermercado

Las clínicas para mascotas recuperan poco a poco la normalidad, como ocurre con todos los sectores económicos, sociales y sanitarios. Como otros muchos, al principio se encontraron el caos más absoluto. «La gente estaba preocupada, muy asustada por todo. Durante las primeras semanas esto era como un supermercado, la gente venía a comprar pienso en grandes cantidades», comenta al respecto Pascual.

En ese sentido, la sanidad animal se comportó como la humana y se dedicó a las emergencias, dejando de lado otro tipo de atenciones: «Intentamos durante los meses más fuertes no fomentar lo que estamos habituados a promocionar: la salud preventiva. Por ejemplo, optamos por retrasar las vacunas que no eran prioritarias porque los animales continuaban con un nivel alto de inmunidad o cirugías como la esterilización. Sí que se realizaban a cachorros. Entonces, nos centramos en la atención más urgente de enfermedades agudas como neumonías o gastroenteritis fuertes con hemorragias. Con ello también buscábamos contribuir a que la gente se quedara en casa», detalla Pascual.

¿Contagioso?

Como muchas otras clínicas veterinarias, se enfrentaron a una de las preocupaciones más recurrentes: el contagio: «Aparece un virus nuevo, que no sabíamos muy bien cómo funcionaba y la gente quiere saber más. Es cierto que se ha detectado algún caso de coronavirus en gatos, pero son muy puntuales. Se ha intentado probar, de manera semicientífica, que se podían contagiar y se les ha sometido a cargas víricas muy elevadas, por lo que al final sí se contagian. Han sido receptores de la enfermedad pero no se ha comprobado que puedan transmitirla. Aún así, siempre hemos optado por la prudencia. En casos de mínima sospecha siempre hemos recomendado tratar a las mascotas como un miembro más de la familia y evitar el contacto», concluye la veterinaria.