Con la pandemia desbocada y la creciente incertidumbre que generaba el desabastecimiento de material de protección en centros de salud y hospitales, donde los profesionales daban la cara contra el virus, todos los gobiernos miraron a China para abastecerse. Nadie sabía si lo que le vendían era fiable o saldría defectuoso. Ese fue uno de los peores momentos de la crisis sanitaria según han explicado en conversaciones posteriores dirigentes de la Generalitat.

La posibilidad de que el material estuviera dañado era muy real y el suministro procedente de China adquirido por muchos ejecutivos aquellos días resultó deficiente. Sin ir más lejos, el Gobierno de España o el de la Comunidad de Madrid tuvieron que admitir que algunas de las partidas distribuidas en hospitales tenían problemas.

No le ocurrió a la Generalitat, que por aquellos días activó una especie de filtro, un sistema para probar antes de su distribución todo el material que iba llegando, primero de urgencia en una veintena de aviones, y después en barcos para abaratar costes y seguir creando una reserva estratégica que a día de hoy sigue creciendo en Feria València. El primer avión con material adquirido en China para la Comunitat Valenciana aterrizó en Zaragoza el 24 de marzo.

Aquel sistema, según han explicado cargos del Consell a este diario, se activó a través del Instituto Valenciano de Seguridad y Salud en el Trabajo (Invassat), que comprobó que cada partida cumplía con los requisitos.

Pruebas previas al reparto

Las pruebas se realizaban antes de su distribución a los centros sanitarios, de forma que si el material era defectuoso existía la posibilidad de devolverlo ya que en el caso de haber sido repartido y usado era más complicado. Cada producto, de cada fabricante, cada lote que llegaba procedente de China, pasaba por el Invassat.

Se elaboraron 138 fichas de productos distintos y en ellas se anotaban los criterios de valoración y se concluía si eran aptos o no para proceder al reparto.

En algunos de los productos adquiridos fue necesario realizar además un informe de tipo sanitario y otro tecnológico para saber con certeza que la partida comprada no estaba dañada y en el caso de las mascarillas lo hizo el instituto Tecnológico Textil (Aitex). La distribución de material defectuoso no se produjo en la Comunitat Valenciana que aplicaba ese filtro. Pero por lo que se ha visto no ocurría lo mismo en otras autonomías que sí distribuyeron material dañado. Todo este proceso puesto en marcha desde marzo ha creado un mecanismo que se ha mantenido en el tiempo y que es clave para entender que la Comunitat Valenciana haya decidido disponer de su propia central de compras independiente de la plataforma estatal que ha impulsado el Ministerio de Sanidad con 16 autonomías, incluidas País Vasco y Cataluña. A ella no se ha sumado la Comunitat Valenciana, que ha preferido proteger un «clúster» sanitario ya consolidado y que considera «estratégico».

Un sistema que sigue activo

El sistema de control sigue funcionando con las empresas valencianas que han reorientado su actividad a la fabricación de productos sanitarios de protección. Con ello se evita que pueda aparecer alguna partida dañada.