Quién no conoce Ademuz se pierde una parte muy significativa de la C. Valenciana. Las grandes montañas que la aíslan geográficamente del resto del territorio valenciano ha propiciado algo positivo: no hay masificaciones turísticas y los recursos naturales son, en su mayoría, vírgenes. Por ello, desde la oficina de información turística de la comarca han organizado siete rutas para conocer en profundidad esta zona desde cualquier punto de vista: el histórico, el de las tradiciones comarcales y el de la naturaleza. Así, de miércoles a domingo cualquier visitante puede unirse a las rutas planificadas para el verano: «Descubre Ademuz/Anochece Ademuz» muestra los orígenes árabes de esta población que aún se respiran en sus callejuelas, estrechas y tortuosas, por donde dificilmente pasan los coches. Allí se pueden conocer pequeñas joyas de la arquitectura civil preindustrial como el Cubo de José El Maroto. Además, destaca la ermita de la Virgen de la Huerta, del siglo XV, o el entorno hidráulico del Molino de la Villa, donde el río Bohílgues se une con el Túria. De hecho, este río es el protagonista de otra de las rutas que pueden hacerse, «Bohílgues en estado puro». Se trata de un recorrido lineal de 4 kilómetros donde se puede conocer la flora y fauna local declarada microreserva. Las aguas cristalinas de este río que nace en Vallanca ofrecen paisajes verdes y frescos perfectos para disfrutar en agosto. Si lo que se busca es disfrutar, precisamente, del avistamiento de aves, la ruta «La Celadilla, del Túria a los Íberos» mezcla a la perfección naturaleza e historia. Es un recorrido circular, también de 4 kilómetros, que comienza a orillas del Túria, donde se avistan aves acuáticas, y termina en La Muela, donde los pájaros nada tienen que ver con los que habitan en las huertas. Además, en esta ruta se conocerá el asentamiento de La Celadilla, un enclave donde se instalaron los íberos entre el siglo IV y V. Un incendio terminó con esta aldea y al ser abandonado y nunca más ocupado se han podido recuperar hasta restos de alimentos y cuerpos humanos, lo que le convierte en un rico patrimonio arqueológico valenciano. Mientras, otras dos rutas ofrecen una visita a las tradiciones del Rincón de Ademuz: «Los maestros de la piedra en seco» y «Entre barracas y lavandas» ofrecen la oportunidad de recorrer algunas de las construcciones más significativas de este territorio, las casetas de campo hechas con piedras, sin ningún material que las uniera. Ambas rutas tienen una extensión de 6 kilómetros y son circulares. Por último, los «Vestigios de Sesga», acerca al visitante a las formas del vivir del pasado en esta aldea a pocos kilómetros de Ademuz, a donde se accede por vías forestales. La barbería, el calabozo o el lavadero muestran tal nivel de conservación que cualquier puede teletransportarse al siglo XIX.