Nervios, emoción, expectación... y muchos gestos de saludo. Esa era la estampa pocos minutos antes de las 9:00 horas ante la puerta de los colegios valencianos, ayer. El pasado 13 de marzo fue el último día que los centros educativos acogieron a su alumnado, cuando ya se había anunciado la suspensión de las clases presenciales y poco antes de que se oficializara el confinamiento. Lo que aún no se sabía es que el curso 2019-20 iba a finalizar a distancia y que las aulas estarían cerradas durante meses.

El 2020-21 sí ha empezado de forma presencial, aunque poco a poco, con nuevas normas y estrenando organización en las escuelas e institutos: de hecho, no habrá dos centros organizados igual, pues todo se ha pensado a medida para cada caso. Así, el sector educativo ya se ha sumado a la «nueva normalidad», como parte del engranaje social que es y, según la Conselleria de Educación, el 99,7 % de los centros abrió sus puertas ayer. La distancia, la higiene de manos y la mascarilla son, también en este caso y para todas las edades, esenciales.

El CEIP Rafael Mateu Cámara de València quiso hacer del día una fiesta educativa y no encontró mejor manera que dar la bienvenida a sus escolares con música. Como explicaba la directora, pendiente del cielo poco antes de la llegada de los padres, «qué menos que recibirlos de una manera especial después de tanto tiempo; las medidas sanitarias serán lo primordial las primeras semanas, pero queríamos una entrada así», explicaba Miriam Tormo. Para eso, contaron con una decena de miembros de la Sociedad Musical de Malilla, aprovechando que el centro participa en la iniciativa 'Barris oberts'.

La directora reconocía que en el centro -muy familiar, pues cuenta con una línea por curso y poco más de 200 alumnos-, tenían «muchas ganas de abrir» pero también «muchos nervios» y, además «un poquito de miedo e incertidumbre», destacaba «la colaboración y los ánimos» que les habían hecho llegar las familias; una colaboración que a primera hora se notaba a las puertas del centro, que aprovechó la plaza en la que está ubicado para organizar la entrada y las filas de los escolares en la calle.

Madres como Lorena explicaban a Levante-EMV que los niños y niñas «necesitaban volver». «Esto durará lo que nos deje la pandemia, pero hace mucha falta; yo lo veo bien organizado porque el problema no son los colegios, es la ratio, y por eso han 'inventado' los grupos burbuja», detallaba. Además, también apuntó a la necesidad de conciliar. «Tengo una hija, soy autónoma y teletrabajo y así es muy difícil atender y entretener a una niña de cuatro años; no me quiero ni imaginar los padres con más hijos o que tengan que estar en su trabajo a una hora determinada», explicaba, mientras la pequeña repetía que tenía muchas ganas de volver a ver a sus amigos.

En este punto también incidía Vanesa, otra madre trabajadora que ha estado haciendo cábalas junto a su marido para poder cuidar de su pequeña, de la misma edad que la hija de Lorena. «No la puedo atender bien por el trabajo y también necesita estar con otros niños...», lamentaba.

La familia de Juanjo, con dos hijos de cinco y siete años, también tenía «muchas ganas» de volver al 'cole', sobre todo para recuperar «una rutina diaria y unos horarios». «Estaban muy nerviosos por volver y hoy se han levantado muy pronto y querían venir rápido», afirmaba. Este padre también coincidía en la «buena organización»: «Han dejado espacio, todos van con sus mascarillas, hay gel, se van a lavar cinco veces al día las manos... lo veo bien».

Su hijo Jaime, de 2º de Primaria, tenía, como el resto, «muchísimas ganas» de ver a sus amigos y se mostraba «preparadísimo para aprender muchísimo»; eso sí, haciendo gala de la sinceridad que caracteriza a los niños, tampoco dudó en confesar otro motivo para desear volver al colegio: «¡para separarme un poco de mis padres, por fin! que ya ha pasado casi un año...[sic]».

En la plaza, Esther estaba emocionada tras despedirse de su hija, de 3º de Primaria. Reconocía que no esperaba la bienvenida organizada en el Mateu Cámara y que le da miedo la pandemia, pues su pequeña es asmática. «Esto asusta, pero confío en el colegio, si no, no la hubiera traído. Han hecho todo lo que han podido económicamente y está en sus manos», consideraba, al tiempo que explicaba que la niña «necesita relacionarse mucho con los demás, porque es hija única, y también por su rutina», punto en el que coinciden todas las familias.

Igual que las familias, las directivas de los centros preuniversitarios también aprobaron la primera jornada de clase. Desde Adip-PV (Associació de Directores i Directors d'Infantil i Primària), su presidente, Ginés Pérez, cree que el primer día transcurrió con «mucha normalidad» y calificó de «positivo» el regreso de los estudiantes. «Estamos muy contentos con la incorporación del alumnado y las familias están colaborando; ha venido muy bien la entrada escalonada para ir informando poco a poco», apuntó.

Por su parte, desde los institutos públicos, el presidente de Adies-PV, Toni González Picornell, también coincidía, aunque reconocía que la situación de la pandemia es muy variable. «De momento, todo ha sido positivo; se han detectado casos puntuales de covid-19, pero ha sido antes de empezar el curso, y la asistencia ha sido similar a otros años», apuntó. «El alumnado tiene ganas de venir y el profesorado de poner en marcha el curso con ilusión», aseguraba.

Desde la Federación de AMPA Gonzalo Anaya quisieron mandar ayer un «mensaje de tranquilidad y mucho ánimo» a las familias e incidieron en que es necesario tener «centros mejores, más grandes y más fáciles de adecuar». Además, reclamaron la implantación de la enfermera escolar y que la inversión «extra» que se ha hecho en Educación (207 millones en la C. Valenciana) «se quede para siempre, no sea solo una cuestión puntual». Asimismo, Màrius Fullana, presidente en funciones de la federación, instó a «aprovechar la situación de cambio para construir un nuevo sistema educativo».

Seguimiento "exhaustivo"

Cabe recordar que el 2020-21 va a estar marcado por las medidas de protección contra la covid-19 que ya se han generalizado entre la población y que también entran en las aulas para que el virus se quede fuera. Así, la mascarilla es obligatoria en colegios e institutos a partir de 1º de Primaria y el lavado de manos debe darse al menos cinco veces al día. Además, hasta 2º de Primaria los escolares se han organizado en grupos «burbuja» con sus tutores, y a partir de ahí los pupitres estarán separados por 1,5 metros de distancia; las entradas y salidas también se han protocolizado, ya que no cabe improvisación frente al coronavirus.

Además, los 1.815 centros públicos (cinco de recién construcción) y concertados valencianos han creado unas 3.000 aulas nuevas, para rebajar la ratio de las clases, y acogen a 4.374 docentes más. En algunos casos, también toman la temperatura al alumnado (aunque esto hay que hacerlo en casa) y han escalonado la vuelta a clase a lo largo de la semana y por niveles (especialmente los IES).

Desde la Conselleria de Educación apuntaban ayer que se realiza un «seguimiento exhaustivo» de los centros. El conseller Vicent Marzà insistía en que el regreso de las aulas se da «con la máxima seguridad posible y con la certeza de que es más necesaria que nunca la aportación educativa a la sociedad», aunque habrá que superar «muchos obstáculos», avanzó. «Hace meses que estamos preparando este momento y queremos agradecer el trabajo ingente hecho por la comunidad educativa valenciana», manifestó.