Unos nuevos biosensores esenciales para el diagnóstico clínico, temprano y rápido; el estudio del problema de la creciente desertificación; descubrir cómo funciona un tipo de hormonas grasas; conocer cómo controlar la luz en la nanoescalada; contribuir a los estudios de las desigualdades regionales con big data y el éxito empresarial de una emprendedora en el sector de la robótica. Estos son los avances que los Premios Rei Jaume I galardonó ayer en su trigésima segunda edición.

Cada una de estas investigaciones lleva un nombre propio detrás que es, finalmente, el que se anuncia tras el acuerdo de los 80 representantes del jurado, con 19 premios Nobel entre ellos. Así, en Investigación Básica, Francisco José García Vidal es el premiado por sus investigaciones en nanofotónica; Diego Puga lo es en Economía por sus contribuciones en el campo de la economía espacial mientras que Laura Lechuga ha sido galardonada en Nuevas Tecnologías por el desarrollo de nuevos biosensores en el diagnóstico clínico temprano.

El descubrimiento sobre cómo funciona un tipo de hormonas que químicamente son grasas e incluyen las hormonas secuales y el cortisol (la del estrés) le ha valido a Miguel Beato del Rosal el premio en Investigación Médica, Verónica Pascual ha sido elegida con el premio al Emprendedor (Emprendedora en este caso) por los logros de la compañía de la que es CEO Asti Mobile Robotics en el sector de la robótica mientras que el alicantino Fernando Maestre Gil y su investigación sobre la creciente desertificación ha sido galardonado con la mención en la categoría de Protección del Medio Ambiente.

Llamamiento a la unidad

Durante el acto que sirvió para anunciar a los premiados, desde la fundación, en boca de su vicepresidente, Vicente Boluda, se apeló a la unidad y a la necesidad de «estrategias colectivas» para afrontar la crisis con consecuencias «devastadoras» después de «un año negro». Por ello, Boluda reclamó «una perfecta coordinación entre los actores económicos, sociales y políticos».

Por su parte, el president de la Generalitat, Ximo Puig, reclamó que sea «hora de entender la ciencia como una urgencia» y reivindicó que la «ciencia, la innovación y la investigación reciban la atención que merecen por parte de todas las administraciones», algo que se ha de hacer, en su opinión, «por decencia y por inteligencia». Así, indicó que se han «acabado las excusas» y que ante la covid-19 «solo cabe una respuesta válida», la de propiciar «una vacuna para la ciencia».

Recuerdo al Nobel de Química fallecido y sin foto de grupo del jurado

Antes de leer los galardonados, el presidente de la Fundación Premios Rei Jaume I, Javier Quesada, quiso dar un pequeño homenaje a Mario Molina, premio Nobel de Química en 1995 recientemente fallecido. «Lamentaremos su ausencia», dijo Quesada antes de lanzar un aplauso en su honor.

Molina fue uno de los Nobel que participó de manera habitual con los premios. El mexicano fue durante años presidente del jurado del galardón de Protección del Medio Ambiente y sus visitas a València con motivo de los Jaume I ha sido una habitual desde su reconocimiento con el Nobel con tan sólo dos ausencias: en 2010 y 2016.

El acto de entrega, en el Palau de la Generalitat, tuvo una imagen diferente, con una representación reducida del jurado sentado en butacas separadas por metro y medio, mascarilla y sin foto grupal. La pandemia obligó a que los 19 Nobel que forman parte del jurado no pudieran viajar y las deliberaciones hayan sido telemáticas.

Entre los ausentes físicamente destacan el Premio Nobel de Química 2006, Roger Kornberg, que preside tribunal del galardón de Investigación Básica; Finn Kydland, Nobel de Economía en 2004 que preside el jurado del galardón de Economía o el Nobel en Medicina y Fisiología en 1991, Erwin Nehe