Actuando en verde

«La digitalización y el internet de las cosas se han revelado como grandes aliadas en la transición energética y la preservación del medio ambiente». Así lo explicaba ayer Bruno Vilarasau, director del Sector Público y Servicios Digitales de la compañía. En su intervención en la mesa redonda «Diseño futuro y Operación de los Sistemas de Energía», explicaba que en España y Brasil son ya cien por ciento renovables, en ese proceso de descarbonización que exige la Unión Europea y los acuerdos internacionales pero que Telefónica viene interiorizando desde hace tiempo.

Además, Vilarasau echaba la vista atrás para recordar que la experiencia «dramática» de la pandemia ha obligado a las grandes firmas, y también a las medianas, a sumergirse de manera acelerada en el mundo del teletrabajo y las ventajas de las nuevas tecnologías. «Hemos entrado en el siglo XXI desde el 13 de marzo», ironizaba. Vilarasau recordaba que España tiene el mejor despliegue de fibra óptica de Europa y eso permitió que las empresas pudieran seguir con sus actividades desde casa.

En ese punto, ejemplificaba la eficiencia de Telefónica apuntando que las redes son tan sólidas en España que Netflix llegaba en alta definición. «Fuimos el único país, el resto no pudo mantenerlo», enfatizaba.

Según Vilarasau, las soluciones digitales «son fundamentales para multitud de sectores económicos, incluido el energético». Para visualizar la importancia del 5G, explicaba que una camioneta de reparto con un buen sistema de ruta se traduce en ahorro en combustible y miles de millones de toneladas menos de gases nocivos enviados a la atmósfera, con una menor contaminación final.

Fibra óptica por toda España

Telefónica está ofreciendo, en su carta de servicios a empresas y familias, la posibilidad de instalar placas fotovoltaicas. «El control del gasto en los edificios en aire acondicionado e iluminación, bien gestionado gracias al internet de las cosas, permite ahorros de un mínimo del 20 % pero incluso del 40 % si lo hacemos bien», comentaba. «El 5G es muy importante y vamos a llegar al 75 % este año. Veremos las películas muy bien y está pensado para que miles de dispositivos se conecten, lo que se traduce en eficiencia», destacaba. El siguiente reto es multiplicar por diez la sostenibilidad de los clientes.

Vilarasau hizo hincapié en que están «muy comprometidos con el territorio valenciano». De hecho, destacó el objetivo de llevar la fibra óptica a las zonas despobladas de la Comunitat Valenciana. Pero no obvió que las complicaciones son elevadas, incluso para poder utilizar el tendido eléctrico como soporte. «Los cables de la luz son muy inestables y fallan», relataba. «En casos extremos incluso podemos incorporar los satélites, porque es prioridad nuestra y del gobierno que en 2025 toda España tenga cobertura», manifestaba.

Fernando Ferrando, presidente de la Fundación de Energías Renovables, reiteraba que el futuro pasa por la eficiencia energética y las renovables. Y recordaba que España, que es uno de los países con mayor dependencia energética de los combustibles fósiles, es rica en recursos naturales como el sol, el viento o la biomasa, por lo que no puede dejar pasar la oportunidad de los fondos de Reconstrucción.

La última oportunidad

Pero el reparto no puede acabar en manos de los grandes megaproyectos, opinaba Ferrando. «Han de ser inclusivos, pensar en el consumidor y defender la elegibilidad», reiteraba. «Somos la ultima generación que puede modificar las consecuencias del cambio climático, la siguiente las sufrirá», reflexionaba.

Para Bernardo Luis, delegado territorial de Unión España Fotovoltaica (UNEF) en la Comunitat Valenciana, el crecimiento de las fotovoltaicas ha sido espectacular en 2019. Ayer abogaba «por trabajar junto a la administración pública para facilitar las instalaciones de energías verdes a clientes finales para contribuir a la generación de puestos de trabajo, es un nicho importante».

«Somos líderes en eólicas y fotovoltaicas, que por la reducción de costes van a dominar las renovables y van a generar empleo», apuntaba Fernando Sánchez-Lopez, director del Instituto de Diseño e Innovación y Tecnología de la Universidad CEU Cardenal Herrera. Sus trabajos se centran en el campo del hidrógeno aplicado como combustible a viviendas y movilidad. «Es un recurso energético muy potente, pero es un producto aún caro», concluía.

«Nuestro modelo económico lineal está agotado por el crecimiento de la población global, con dos efectos muy patentes: el agotamiento de los recursos y el impacto ambiental que compromete nuestro entorno y nuestra salud». José Claramonte, director general de Facsa, lo tiene claro. También la compañía que dirige, dedicada al ciclo integral del agua, un recurso, el hídrico, escaso y que conviene preservar.

«Hoy en día pocas personas cuestionan el cambio climático y hay que empezar a caminar, porque reflexionar ya hemos reflexionado. Ahora toca pasar de la linealidad a la circularidad y la sostenibilidad», señalaba.

Claramonte tomó la palabra en la mesa redonda sobre Economía Circular y la Sociedad Actual para desgranar la apuesta por la la sostenibilidad que desde hace años demuestra Facsa. «Se ha integrado dentro del negocio, la circularidad es inherente en nuestra actividad del ciclo integral del agua. Es un mundo de erres», bromeaba, en alusión a reutilización, reciclaje, recurso o residuo.

«Lo que vemos son oportunidades en este tipo de estrategias», explicaba, para admitir que el sector en el que trabajan es intensivo en consumo de energía. De ahí la permanente búsqueda de soluciones tecnológicas y herramientas basadas en la inteligencia artificial que permitan la reduccion de emisiones para disminuir la huella de carbono. Algo que están consiguiendo incorporando la energía eólica y la fotovoltaica, o incluso aprovechando los residuos transformándolos en biogás. «Es el paso de residuo a recurso», proclamaba ayer, para apostillar: «Hay muchas expectativas generadas».

Fue el momento que Claramonte aprovechó para reclamar a las Administraciones apoyo y mayor flexibilidad. «Las leyes encorsetan mucho, por ejemplo con lo que puedes hacer o no con los residuos después», recalcaba. Y desgranaba todas las posibilidades que se abren con las aguas de las estaciones depuradoras, desde la biorefinería, el tratamiento de la celulosa en las aguas residuales o la recuperación de los lodos, con la extracción del fósforo, o el nitrato... o los bioplásticos. «Hay un mundo de posibilidades porque los residuos son materia prima», argumentaba.

«Todas estas innovaciones a veces chocan con las normativas», lanzaba, por lo que acto seguido pedía «osadía» a la administración para habilitar canales a estas innovaciones. «Sin ciencia no hay futuro por lo que hay que seguir apostando por la investigación y la colaboración», concluía Claramonte.

«Nuestro modelo económico lineal está agotado y hay que pasar ya al circular»


«Nuestro modelo económico lineal está agotado por el crecimiento de la población global, con dos efectos muy patentes: el agotamiento de los recursos y el impacto ambiental que compromete nuestro entorno y nuestra salud». José Claramonte, director general de Facsa, lo tiene claro. También la compañía que dirige, dedicada al ciclo integral del agua, un recurso, el hídrico, escaso y que conviene preservar.


«Hoy en día pocas personas cuestionan el cambio climático y hay que empezar a caminar, porque reflexionar ya hemos reflexionado. Ahora toca pasar de la linealidad a la circularidad y la sostenibilidad», señalaba.


Claramonte tomó la palabra en la mesa redonda sobre Economía Circular y la Sociedad Actual para desgranar la apuesta por la la sostenibilidad que desde hace años demuestra Facsa. «Se ha integrado dentro del negocio, la circularidad es inherente en nuestra actividad del ciclo integral del agua. Es un mundo de erres», bromeaba, en alusión a reutilización, reciclaje, recurso o residuo.


«Lo que vemos son oportunidades en este tipo de estrategias», explicaba, para admitir que el sector en el que trabajan es intensivo en consumo de energía. De ahí la permanente búsqueda de soluciones tecnológicas y herramientas basadas en la inteligencia artificial que permitan la reduccion de emisiones para disminuir la huella de carbono. Algo que están consiguiendo incorporando la energía eólica y la fotovoltaica, o incluso aprovechando los residuos transformándolos en biogás. «Es el paso de residuo a recurso», proclamaba ayer, para apostillar: «Hay muchas expectativas generadas».


Fue el momento que Claramonte aprovechó para reclamar a las Administraciones apoyo y mayor flexibilidad. «Las leyes encorsetan mucho, por ejemplo con lo que puedes hacer o no con los residuos después», recalcaba. Y desgranaba todas las posibilidades que se abren con las aguas de las estaciones depuradoras, desde la biorefinería, el tratamiento de la celulosa en las aguas residuales o la recuperación de los lodos, con la extracción del fósforo, o el nitrato... o los bioplásticos. «Hay un mundo de posibilidades porque los residuos son materia prima», argumentaba.


«Todas estas innovaciones a veces chocan con las normativas», lanzaba, por lo que acto seguido pedía «osadía» a la administración para habilitar canales a estas innovaciones. «Sin ciencia no hay futuro por lo que hay que seguir apostando por la investigación y la colaboración», concluía Claramonte.