El trabajo liderado por el laboratorio de la investigadora Mar Orzáez, del Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF), identifica una nueva región de interacción entre las proteínas Mcl-1 y Bok, pertenecientes a una familia de proteínas que afectan a la muerte celular. Un mayor entendimiento de la muerte celular programada podría mejorar la terapia destinada a tratar el cáncer.

La proteína con la que se ha trabajado es este estudio, Mcl-1, se sobreexpresa en numerosos tipos de tumores, desde neoplasias hematológicas malignas a tumores sólidos, como por ejemplo el cáncer de pulmón, cáncer de mama, cáncer de ovario, cáncer de próstata y cáncer de páncreas. Su elevada presencia se correlaciona con un mal pronóstico y con la resistencia del paciente a las terapias actuales.

Mcl-1 es una proteína que evita la muerte de las células tumorales secuestrando al ejecutor de muerte Bok. La excesiva abundancia de Mcl-1 en tumores provoca que las células tumorales sean «resistentes a la muerte». La interacción entre las regiones que atraviesan la membrana de estas dos proteínas no se había demostrado hasta el momento, y tampoco su importancia en el control de la supervivencia de la célula. Modular esta interacción ofrece nuevas alternativas para inducir muerte en células tumorales.

«La nueva interacción que describimos entre estas dos proteínas, Mcl-1 y Bok, a través de su región transmembrana se convierte en un nuevo punto de intervención para la generación de terapias antitumorales. Nuestro grupo está trabajando ya en la búsqueda de nuevos fármacos, que rompan esta interacción y produzcan así la muerte de la célula tumoral», ha señalado Orzáez.

«Continuamos investigando en la búsqueda de nuevas terapias antitumorales. No debemos olvidar la incidencia y mortalidad de estas enfermedades que han quedado postergadas ante el tsunami de la covid-19 pero que siguen causando miles de muertes día a día», añadió la investigadora.

Una cifra que crece cada año

Anualmente se diagnostican alrededor de 18 millones de nuevos casos de cáncer en el mundo. Esta cifra crece año tras año y, desgraciadamente, no disponemos todavía de un tratamiento efectivo para muchos tumores. El descubrimiento de nuevas vías de actuación como ésta abre camino a la ciencia para el desarrollo de fármacos más efectivos.