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La C. Valenciana cuenta con la tecnología para almacenar miles de vacunas a -80 grados

Hospitales, universidades, centros de investigación y clínicas de reproducción asistida trabajan de forma habitual con ultracongeladores que permiten conservar los viales - El Gobierno de España prevé adquirir 20 millones de dosis

Ultracongeladores del Biobanco del Instituto Isabial, instalados en los sótanos del Hospital General de Alicante. | PILAR CORTÉS

Como una luz al final del túnel. Así ha sido acogido la comunidad científica mundial el anuncio de las farmacéuticas Pfizer y BioNTech sobre su vacuna contra el SARS-CoV-2. El Gobierno de España ya ha adelantado que adquirirá 20 millones de dosis que podrían llegar a nuestro país a finales de este año. El reto logístico no es pequeño para una vacuna que debe conservarse a 80 grados bajo cero para no perder su eficacia. Un reto para el que la Comunitat Valenciana está sobradamente preparada, según coinciden en señalar los distintos expertos consultados. Y es que hospitales, centros de investigación y universidades cuentan con la tecnología necesaria para almacenar y conservar grandes cantidades de dosis de esta vacuna.

«El almacenamiento de muestras biológicas a -80 grados es para nosotros una rutina», explica Cristina Alenda, directora científica del Biobanco de Isabial, el Instituto de Investigación Sanitaria y Biomédica de Alicante. En los sótanos del Hospital General de Alicante hay instalados varios ultracongeladores de Isabial, que permiten guardar durante años muestras de cientos de pacientes a muy baja temperatura. Muestras que después son utilizadas por investigadores de todo el país para el estudio de distintas enfermedades.

Garantizar la cadena del frío es esencial cuando se trabaja con estas temperaturas, por lo que las medidas de seguridad que rodean estas instalaciones son enormes. «La temperatura se monitoriza permanentemente y si baja de un determinado valor salta una alarma y se activa el sistema de seguridad». Cada ultracongelador dispone de bombas de CO2 independientes para mantener el frío por unas horas en caso de fallo eléctrico y el hospital cuenta con arcones vacíos de seguridad para guardar las muestras en caso de avería. Aunque de momento se desconoce cuántas dosis de la vacuna podrían llegar y dónde se almacenarían, Cristina Alenda asegura que desde el Biobanco, «estaríamos en disposición de ayudar en las labores de apoyo que fueran necesarias para el correcto almacenaje de las dosis». Transportar estas vacunas a los centros de salud tampoco sería un inconveniente. «Se podrían mandar en neveras pequeñas que emplean nieve carbónica para conservar el frío entre 24 y 48 horas».

Para Salvador Martínez, investigador del Instituto de Neurociencias, la capacidad de estos congeladores no sería un problema y se podrían llegar a guardar cientos de miles de viales para la provincia. «Hay muchos centros que podrían guardar la vacuna y en caso de necesidad, se pueden ampliar adquiriendo más arcones». Las clínicas de reproducción asistida también podrían colaborar a la hora de hacer acopio de vacunas. «Nosotros trabajamos habitualmente a esas temperaturas para realizar pruebas de ARN, que se degrada con mucha facilidad, por lo que es muy delicado de manejar», explica Jon Aizpurua, director general de IVF Spain. En esta clínica tienen varios sistemas para conservar las muestras en frío, el más moderno emplea vapor de nitrógeno líquido.

¿Y por qué es necesaria esta temperatura tan baja para que la vacuna no se degrade? Victoria Ortiz de la Tabla, jefa del servicio de Microbiología del Hospital de Sant Joan explica que a -80 grados «los ácidos nucleicos se conservan y el material genético no se estropea». Algo indispensable para el funcionamiento de la vacuna de Pfizer, que supone una revolución en todos los sentidos. «En una vacuna tecnológica», como la define Salvador Martínez, ya que emplea el denominado «ARN mensajero». En lugar de introducir un patógeno atenuado o una parte de este para que nuestro organismo desarrolle defensas frente al invasor, como emplean las vacunas habituales, el ARN mensajero proporciona las instrucciones para que sea nuestro organismo el que produzca el antígeno. Para aplicar la vacuna, previamente se calienta dejándola unas horas a temperatura ambiente.

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