La igualdad de género en la universidad continúa, de manera prácticamente exclusiva, en la teoría. Los grandes centros de debate intelectual son el reflejo de una sociedad desigual. No solo eso, sino que si existe (o se acerca en algún punto) la igualdad es en la parte baja de una pirámide que conforme se va subiendo va dejando a las mujeres por el camino; desde las alumnas hasta los puestos en órganos de gobierno pasando por las investigadoras.

Los datos provienen del propio sistema universitario y es este, o una parte de él, el que pone el grito en el cielo ante la situación. Según el informe de la Xarxa Vives d’Universitats, de los 1.853 puestos en órganos de gobierno que había en 2017 (cuando se tomaron los datos) en las 22 universidades de Baleares, Cataluña, Comunitat Valenciana, Cerdeña y sur de Francia que comparten identidad lingüística y forman parte de esta organización, 681 están ocupados por mujeres.

Esto supone que ellas representan un 36 % en puestos como rectora, decana o jefa de departamento mientras que ellos son prácticamente los dos tercios restantes. En la Comunitat Valenciana hay dos rectoras en centros públicos, Mavi Mestre, en la Universitat de València, y Eva Alcón, en la UJI de Castelló, mientras que Rosa Sanchidrián es rectora en la privada Universidad Europea.

El propio informe diferencia los cargos electos de aquellos que son de libre designación (por ejemplo, director de cátedra) y los datos señalan que ellas tienen más difícil acceder a puestos ‘a dedo’ que a aquellos que se llega por votación: ellas son el 40 % de cargos electos por el 24 % de libre designación.

Diferencia según se asciende

No hace falta ir a las capas más altas para observar la brecha de género aunque es donde más se percibe. Según los datos de 2017, había más matriculaciones de chicas que de chicos (54 a 46 %) en las universidades indicadas entre las que están las cinco públicas valencianas y el CEU Cardenal Herrera. Sin embargo, los roles de género están presente en la elecció de carreras. Así, mientras en las carreras de Ingeniería y Arquitectura ellos ocupan el 76 % de las plazas, en Ciencias de la Salud ellas llegan al 70 %.

De hecho, ellas son mayoría en todas las ramas excepto en Ingeniería y Arquitectura donde hay una sobrerrepesentación masculina siendo las mujeres solo una de cada cuatro plazas en esta rama del conocimiento. En esta, los datos de 2017 indican que el 95 % del profesorado emérito era hombre.

Esta proyección no es excluiva de Ingeniería y Arquitectura. El propio informe alerta que a medida que aumena el rango académico «disminuye el número de mujeres». Así, en la carrera académica de todas las modalidades se puede observar cómo el investigador en formación está prácticamene igualado (52-48 %) mientras que cuando se llega a profesor titular se aumenta hsta el 61-39 la diferencia que llega al 76-24 en profesorado emérito.

Uno de los motivos que explicarían esta brecha de génro está en el porcentaje de permisos maternales y paternales donde son ellas las que representan el 87 % de estas bajas, un porcentaje idéntico para la última cifra de la secuencia hitórica para las reducciones de jornada por maternidad o paternidad.