El incendio que calcinó 16 autobuses de la flota de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de València y afectó a otros 10 en la cochera de San Isidro el pasado sábado podría haber ocasionado un daño ostensiblemente menor si se hubieran tomado medidas de seguridad más efectivas. Así lo denunciaron ayer fuentes sindicales a Levante-EMV, que aseguraron que la instalación no disponía de cañones de agua ni los vehículos pesados mantenían una separación adecuada que permitiera actuar de cortafuegos y reducir daños ante incidentes como el que se produjo el sábado.
La policía científica se encontraba ya ayer investigando las causas del incendio que, según los primeros indicios, se habría generado en uno de los autobuses aparcados, cuyo depósito habría explotado. Tras comenzar a arder, el fuego se propagó rápidamente a los otros buses que se encontraban estacionados a su lado. Las llamas llegaron a alcanzar a otros 25 vehículos -de los 270 que alberga la cochera- además de al causante de la catástrofe, de los que 16 fueron devastados por completo. Pese a la magnitud del incendio, no hubo que lamentar daños personales.
Fuentes sindicales criticaron que la escasa separación entre vehículos existente en la cochera de San Isidro facilitó la propagación de las llamas. Al parecer, entre los autobuses siniestrados apenas había una distancia de unos 50 centímetros, el espacio prácticamente justo para que salga el conductor del vehículo. Las mismas fuentes mantienen que, en caso de que esa separación hubiera sido mayor, ésta podría haber actuado de cortafuegos y haberse reducido la magnitud del fuego. Asimismo, indicaron que la cochera de San Isidro, que ejerce de instalación centralizadora de reparaciones, suele estar congestionada con entre 30 y 40 vehículos aparcados en las vías laterales en lugar de en plazas habilitadas para el aparcamiento.
Precisamente, está prevista la construcción de una nueva cochera de la EMT en Safranar que permita aliviar la presión sobre la de San Isidro. Sin embargo, el proyecto se encuentra varado a falta de la pertinente licencia que debe otorgar el propio Ayuntamiento de València.
A su vez, las mismas fuentes denunciaron que la infraestructura de San Isidro tampoco cuenta con cañones de agua, que podrían haber ayudado en gran medida a atajar la propagación de las llamas en un espacio que cuenta con altas cantidades de material inflamable, al tiempo que criticaron que en el momento en que se declaró el incendio no había presente en la instalación un jefe responsable, sino que un operario estaba asumiendo esas labores, algo que, según la misma versión sindical, se repite habitualmente.
Se iba a retirar el año próximo
La EMT emitió ayer un comunicado en el que aseguraba que el autobús que inició el fuego había pasado favorablemenbte la ITV el pasado 19 de noviembre, si bien formaba parte de la flota envejecida, con depósitos de gas, que se está renovando desde hace cinco años. De hecho, la empresa informó de que el bus en cuestión tenía 20 años de antigüedad y estaba prevista su retirada entre este año y el próximo con la compra de 162 nuevos autobuses híbridos menos contaminantes. Todos los autocares afectados tenían al menos 15 años de antigüedad, salvo uno que tenía 10 años.
Ayer mismo también se personaron en San Isidro los peritos de la compañía aseguradora para iniciar las acciones previstas para la cobertura de los daños ocasionados. Ante el valor de éstos, el presidente de la EMT y concejal de Movilidad Sostenible, Giuseppe Grezzi, insistió en que «hay que tener en cuenta que se trata de autobuses con una edad avanzada y su valor no es el mismo que cuando se compraron», al tiempo que dijo que el autobús causante del incendio había realizado ya «una fotracà de kilómetros».
Respecto al servicio durante los próximos días, la empresa señaló que no se verá afectado. La EMT cuenta actualmente con 480 autobuses, de los que prestan servicio 380, mientras los otros 100 se encuentran en reparación en taller o inmovilizados.
