Cuando la Fundación Pro-AVE emprendió la campaña de promoción de la construcción del tren de alta velocidad entre Madrid y la Comunitat Valenciana, allá por los años noventa del siglo pasado, lo hizo con la convicción de que esta nueva infraestructura tendría un considerable impacto económico y social, constituyendo un poderoso factor de progreso para la sociedad valenciana.

Después de mucho batallar, se logró que el AVE Madrid-València empezara a funcionar en 2010. Los hechos han demostrado que teníamos razón y que los efectos han superado incluso las expectativas que entonces teníamos.

La información de que disponemos en este momento nos permite afirmar que, en términos relativos de población afectada por esta infraestructura, el impacto generado sobre el tráfico de pasajeros entre Madrid y València ha sido posiblemente el más importante de toda España. Es decir, en términos de rentabilidad de la infraestructura y de impacto económico y social ha tenido un resultado que podemos calificar de sobresaliente. No sólo el tráfico aéreo ha sido desplazado en gran medida como medio de transporte entre ambas ciudades (pasando de 1.050.000 pasajeros en 2010 a 300.000 en 2015), sino que también una parte de los desplazamientos en automóvil se han visto afectados (en torno a 800.000 nuevos usuarios del AVE en 2015 probablemente procedían de dicho medio). En los cinco primeros años de la puesta en funcionamiento del AVE, el tráfico en este medio entre Madrid y València superaba en más de un 30% al anterior tráfico combinado de avión y tren de larga distancia.

Las consecuencias más beneficiosas del AVE Madrid-Valencia no han sido sólo un considerable acortamiento del tiempo empleado entre el lugar de partida del pasajero (su casa) y el de destino, y a la inversa. Lo más importante son las ganancias en comodidad, eficiencia y seguridad, con los consiguientes beneficios personales, económicos y sociales, así como una significativa reducción del impacto medioambiental, de una trascendencia fundamental en el actual momento histórico con el problema del calentamiento global y todo lo que esta crisis climática trae consigo y los retos que supone para esta sociedad.

No puedo dejar de acordarme de José Mª Jiménez de Laiglesia, entonces Presidente de la CEV y Cierval, que estuvo siempre a mi lado apoyándome en esta infraestructura como también de Silvino Navarro y José Lladró, entre otros muchos empresarios, y de otros que hicieron lo contrario y de los políticos que les parecía muy bien pero cuando iban a Madrid decían lo contrario. Y alguno que nos hizo la vida imposible, todo lo que le venía en gana, con gestos despectivos y desprecio públicamente.

Y a pesar de todo conseguimos que el AVE llegará, seguramente, algunos años antes de lo que hubiera llegado.