Un subsahariano que llega en patera a la costa. Ese es el estereotipo de la inmigración irregular en España, a pesar de que solo llegan de esta manera un 5 % de los extranjeros. El 95 % restante lo hace a través de Barajas, Manises o El Prat, con un visado de turista, y son, en su mayoría, mujeres jóvenes latinoamericanas.

No se puede hablar de inmigración, sino de migraciones, porque son muchas y todas distintas. No es lo mismo llegar de Mauritania como Mohamed, de Venezuela como Nayra, o de México como Dolores. En el Día Internacional de las Personas Migrantes, Levante-EMV escucha varias voces que exponen las demandas y reivindicaciones de uno de los colectivos más golpeados por la pandemia.

«A nadie se le ocurriría parar a una persona negra en Francia y decirle ‘tú no eres francés’. Él es francés, aunque sus padres y abuelos sean de Dakar». Gabriella Nuru nació en Madrid en 1994, es una poeta y activista antirracista de padre camerunés y madre serbia. Pero, a pesar de nacer en España, cuenta que casi nunca la leen como española.

Ella, como muchísimas jóvenes de nuestro país, es afrodescendiente. «A la sociedad le queda muchísimo camino para aceptar que España no es solo blanca, sino que es todo un abanico de culturas, colores y razas», asegura.

Dolores Jacinto, mexicana, es portavoz de Aiphyc (Asociación Intercultural de Profesionales del Hogar y Cuidados) y representa a las trabajadoras del hogar, otro colectivo muy afectado por la pandemia. Jacinto asegura que trabajar en el hogar es una de las pocas salidas que les quedan a las mujeres migrantes.

Compara trabajar de interna con un «tercer grado carcelario» y lo tacha de «esclavitud moderna». «Tienes un horario de domingo a sábado, 36 horas libres a la semana y trabajar el resto del tiempo 24 horas al día, con horarios estrictos para ducharte, para bañarte... y en el caso de compañeras que están sin papeles por un sueldo mísero», critica.

Regularización

En marzo, Portugal dio el paso de regularizar a todos los migrantes irregulares del país, reconociéndolos como un colectivo especialmente afectado por la pandemia y abriendo la puerta a que solicitaran coberturas sociales. Dos meses después Italia siguió sus pasos.

En España, el movimiento Regularización Ya, formado por personas migrantes, lleva meses persiguiendo ese objetivo sin que el Gobierno haya considerado ni siquiera la posibilidad de debatirlo en el Congreso de los Diputados.

Para Mohamed, la regularización es una medida también positiva ya que «la inmigración es un aporte. España es un país envejecido que necesita trabajadores, que necesita gente joven». Jacinto, que forma parte del movimiento, asegura que siente «impotencia y rabia».

«Somos las personas más desprotegidas y esenciales a la vez. Muchas vidas de personas mayores han estado en manos de migrantes que las cuidaban, los alimentos son recogidos por migrantes, y el personaje que aparece en la televisión tan bien planchadito no podría hacerlo sin alguien en el hogar planchando y cuidando de sus hijos», denuncia.

Nayra, venezolana, representa la primera nacionalidad que llega a España, huyendo de un problema político con cientos de miles de desplazados. «Yo vine a España de vacaciones y decidí quedarme hace 20 años. Primero vi cómo venían empresarios para montar sus negocios, y desde hace cinco años lo que veo son familias obligadas a migrar porque no tienen ni comida ni luz en Venezuela».

101 medidas en la nueva estrategia de migraciones

La Estrategia Valenciana de Migraciones 2021-2026 recoge un total de 101 acciones encaminadas a visibilizar al colectivo migrante y a favorecer su inclusión en la sociedad valenciana, «con la defensa de los derechos humanos como eje inspirador». Así lo aseguró la vicepresidenta del Consell y consellera de Igualdad Mónica Oltra, quien presidió la constitución de la comisión mixta para el desarrollo de esta estrategia. El texto, en el que participaron 325 personas refleja «un compromiso del Consell en su totalidad, ya que recoge medidas de todos los departamentos del Gobierno valenciano».