El año que el Colegio de Abogados de Alzira se disponía a celebrar su 175 aniversario y los vecinos de Tous a conmemorar el 50 aniversario del traslado al pueblo nuevo, se recordará por la pandemia del coronavirus y por la sucesión de temporales que, por si alguien lo había olvidado, han servido para recordar que la Ribera sigue siendo muy vulnerable a las inundaciones. Del Xúquer, pero también de los barrancos, no menos devastadores

El desbordamiento del río que en enero cortó por momentos la autovía A-7 a la altura de Alberic -el Albaida bajaba crecido por los efectos de la borrasca «Gloria» en la cuenca alta- ha supuesto un punto de inflexión en la gestión del embalse de Bellús, construido para laminas avenidas aunque nunca ha llegado a superar el 40 % de su capacidad para evitar daños en la línea férrea Xàtiva-Alcoi. Aquel episodio sirvió para que la CHJ levante esa restricción para evitar daños aguas abajo.

Otros temporales sin nombre conocido repitieron inundaciones a final de año y provocaron un insólito doble corte en la A-7. Las más graves en Benifaió, con el barranco del Tramusser como protagonista, pero también y por duplicado en Alzira, si acaso, la ciudad más vulnerable a la espera de soluciones para sus barrancos de la cuenca este.