Los once funcionarios que mantuvieron un contacto estrecho o próximo con alguno de los 50 reclusos del módulo 14 contagiados en el brote detectado la semana pasada en la cárcel de Picassent serán finalmente sometidos a pruebas PCR. Pero no será Muface, su mutua, quien las realice, sino la sanidad pública, que ha asumido esas pruebas a solicitud de la subdirectora médica del centro penitenciario, quien el viernes pasado pidió auxilio al Hospital General —el centro de referencia de la cárcel— porque nadie asumía ese cribado.

Los servicios médicos de la cárcel, dependientes de Instituciones Penitenciarias, únicamente dan servicio a los internos, y los trabajadores tienen su propio sistema de salud a través de Muface.

Sin embargo, la mutua se había negado a realizar las pruebas, según denunciaron todos los sindicatos, porque aducían que ninguno de los trabajadores tenía síntomas, premisa indispensable, según su protocolo, para realizarles los test, independientemente de que todos ellos hubiesen tenido contacto con varios de los reclusos que dieron positivo.

Así las cosas, la subdirectora solicitó ayuda a la conselleria, que ordenó practicar esas PCR. Los primeros test fueron realizados ayer y está previsto que hoy se practiquen los restantes. Así se trasladó ayer a los representantes sindicales en la reunión urgente del comité de Salud Laboral, celebrada precisamente a instancias de los trabajadores.

Más de la mitad del módulo

Tal como adelantó Levante-EMV el viernes en su edición digital, el origen del brote fue un recluso del módulo 14 que había salido de permiso. A su regreso al centro, el 20 de diciembre, como ocurre con todas las personas que proceden del exterior, fue internado en el módulo de cuarentena, que en este momento alberga a casi un centenar de reclusos.

Pasado el tiempo de aislamiento preventivo —diez días—, se le practicó una prueba PCR el undécimo día, que dio negativo, por lo que se le permitió el reingreso en su módulo, el 14. El problema llegó por el hecho de que ese recluso trabaja en el Economato, lo que le lleva a tener relación con prácticamente los 87 internos de su módulo, razón por la que se produjo el brote.

A los pocos días, comenzó a sentir los primeros síntomas, al igual que su compañero de celda, lo que hizo saltar las alarmas. Para entonces, ya había medio centenar de internos contagiados —en este momento hay 55 positivos en la cárcel: 50 por ese brote y cinco más con positivos no relacionados entre sí ni con el foco masivo—. El compañero de celda del iniciador del brote realiza, además, la limpieza de las dependencias de los funcionarios, por lo que el riesgo de que pudiera haber contagiado a los trabajadores era evidente.