Pandemia de bulos sin vacuna

Pandemia de bulos sin vacuna

La Generalitat se ha visto obligada varias veces en pocos días a desmentir bulos que apuntaban a una decisión ya tomada sobre el confinamiento domiciliario de los valencianos. Un alto cargo del Consell se ha hecho eco de que uno de los asaltantes al Capitolio tenía orígenes valencianos. Y un conocido cómico valenciano bromeaba días atrás con una nevada en la Muntanyeta del Sants de Sueca, casi a nivel del mar, pero que provocó incluso visitas al paraje. Todos eran mensajes falsos.

Son tres ejemplos en solo una semana de la potencia que han adquirido las fake news (noticias falsas) o bulos, convertidos en un problema preocupante según los expertos que detectan la dificultad de buena parte de la ciudadanía de distinguir entre noticias falsas y verdaderas o incluso entre la broma de un cómico y la realidad.

Pero en el fondo, lo que los expertos intuyen es algo mucho más peligroso: cómo la proliferación de las «fake» amenaza los cimientos del sistema democrático.

«Vivimos una auténtica edad de oro para la propagación de informaciones falsas», opina Jordi Pérez, profesor de Opinión Pública de la Universidad Cardenal Herrera-CEU. «Hay un caldo de cultivo no solo para los bulos sino para la desinformación que se sustenta en la gran polarización que viven las sociedades occidentales. Buena parte de la ciudadanía solo consume noticias de una determinada ideología y en una única dirección y así es imposible que pueda formarse una opinión clara y crítica, es un peligro para las democracias», dice el experto.

«Detectamos una enorme incapacidad de la audiencia para distinguir entre la verdad y la mentira, nunca como ahora había sido tan débil nuestra capacidad para discernir y clasificar de forma clara lo que es cierto e incierto y esto es muy peligroso», añade el profesor de Periodismo de la Universitat de València Francesc Martínez Gallego.

Carolina Moreno, catedrática de Periodismo de la Universitat de València y directora del equipo de investigación ScienceFlows que ha analizado bulos sobre la covid desgrana los patrones habituales: «Suelen aparecer publicados en nombre de la autoridad sanitaria o política y utilizan logotipos que dan autoridad para viralizarlos».

Por eso, la experta llama a la Administración a adoptar un papel más activo en los canales por los que se difunden los bulos para combatirlos. «Las administraciones tienen que hacer una apuesta real por mejorar los canales de comunicación con la sociedad y para ello invertir en profesionales y más medios», señala Moreno.

La pandemia ha disparado los bulos, que viven su época dorada.

«El momento es fantástico porque de lo que se habla es de temas que interesan a todos como la salud o la gestión política de la salud; todo rumor tiene que poder creerse y si es de un tema relevante, funciona más», explica Pérez Llavador.

«Hay un factor fundamental, ocurre desde los 90 pero ha ido a más y lo hemos visto con Trump», señala Martínez Gallego. «Se están poniendo en cuestión los hechos, la propia realidad e incluso está pasando de alguna forma también en el periodismo. Antes los hechos eran sagrados y las opiniones libres; ahora vemos cómo se mezclan los géneros, los hechos, la información, la opinión y la interpretación, todo junto y esto no ayuda nada al ciudadano».

Los expertos también dan claves a la ciudadanía para ayudar a distinguir bulos de informaciones veraces y llaman a evitar aquellas que no citan fuentes, que no se han difundido en los medios con mayores audiencias o que por ejemplo tengan errores en la construcción de las frases, una redacción deficiente o que directamente llamen a ser compartidas porque la propagación es lo que buscan las ‘fake’.

Isabel Mendoza, doctora en Biotecnología y miembro del proyecto europeo Concise, que ha estudiado la percepción que tiene la ciudadanía sobre temas científicos, como las vacunas, ofrece claves interesantes: «La ciudadanía está demandando más presencia de las instituciones en la transmisión del conocimiento y busca fuentes expertas como por ejemplo las universidades, pero están ausentes de los canales donde se puede poner coto a los bulos», asevera. «Las fuentes institucionales son, según los estudios, las que gozan de más confianza, pero están lejos de ser las más consultadas por el ciudadano», lamenta.

«Contra los bulos, información»

«Contra los bulos se lucha con informando», subraya Pérez Llavador. «Pero la mayoría solo lee el titular y se hace una idea general, es difícil que contrasten porque muchos solo buscan información que alimente sus propias creencias», añade el experto en Opinión Pública. «Hay mucha gente que pone al mismo nivel algo que le llega por wasap que un titular informativo tradicional y así es muy complicado», detecta Llavador.

«La presencia de instituciones en redes y dar información más clara podría ayudar pero las administraciones no juegan a ser todo lo transparentes que deberían y la ciudadanía recibe datos inconexos pero no es capaz de relacionarlos ni de hacerse una idea aproximada de lo que ocurre. La información correcta tiene que ser transparente», dice Llavador.

Isabel Mendoza pone un ejemplo paradigmático de la importancia de internet y las redes y la dificultad de luchar contra la desinformación: «Para los más mayores, la piedra angular de las opiniones científicas es su médico, pero para los más jóvenes el médico debe competir con lo que ellos extraen de internet».

Empar Vengut, graduada en Biología y máster en Comunicación Científica, reclama que los periodistas reciban más formación para evitar el sensacionalismo y la descontextualización y Gema Revuelta, vicepresidenta de la asociación de comunicación científica, hace autocrítica y opina que no todos los científicos «saben de todo» y llama a la ciudadanía y a los medios a seleccionar bien a quien prestan atención o le dan altavoz. «A veces salen investigadores representando a universidades que en realidad solo se representan a ellos mismos y debe advertirse», lanza Revuelta.

El Consell se ha visto obligado en pocos días a desmentir varios bulos que circulaban sobre confinamiento.