Desde que empezó el año 2021, en el ámbito meteorológico estamos ojipláticos ante el inagotable goteo de récords por temperaturas, muchos totalmente antagónicos. Igual se supera una plusmarca de frío del año de la polca, que se baten otras por calor, siendo estas últimas generalmente más recientes. Algunas de estas efemérides se están superponiendo en una misma región, o incluso ciudad, y en lapsos de apenas unos días. Resulta muy curioso. No voy a decir alarmante. Aún no.

Esto se viene observando en España, Europa y en gran parte del hemisferio norte, que lleva dos meses expuesto a las represalias del chorro polar -río atmosférico que mueve las borrascas-, tras el calentamiento súbito que tuvo lugar en la estratosfera en los primeros días del año. Este último fenómeno es largo de explicar, pero se relaciona con un incremento de la variabilidad meteorológica que suele provocar olas de frío en Europa y Norteamérica. En la Comunidad Valenciana estos bandazos se experimentaron sobre todo en el mes de enero. Tras la borrasca Filomena, que cubrió de nieve una vasta extensión del territorio, las temperaturas se desplomaron hasta el punto de formular la primera quincena más fría jamás registrada. Acto seguido, el aire subtropical urdió su particular venganza con un repunte igualmente extraordinario. De la bufanda a la manga corta en un tris. El ascenso fue tal que, a fin de cuentas, enero acabó resultando en promedio un mes normal en las temperaturas. Y de eso nada, monada.

Esto mismo ha sucedido este mes en gran parte de Europa. La llamada ‘bestia del este’ dejó un inicio de febrero terrible, con heladas sobresalientes en Alemania, Austria, Suiza o Italia. Este martes, la ciudad alemana de Hamburgo llegó por primera vez a los 21 ºC en febrero, en un observatorio con 130 años de datos interrumpidos. Tan solo diez días antes, el sur de Berlín había alcanzado los -24 ºC, un registro que no se veía desde 2012. La singularidad del dato de Hamburgo encaja en el contexto de calentamiento global; el hecho de que casi a la misma hora un observatorio ruso, el de Koygorodok, registrara la temperatura más baja jamás vista a finales de febrero, -42.6 ºC, no tanto. Sin embargo, ambos casos cuadran con el aumento de los fenómenos extremos previstos debido al actual cambio climático. Habrá días fríos, pero predominarán los muy cálidos.

El otro día un lector del medio en el que trabajo, Meteored, llegó a dudar de la verosimilitud de las informaciones que yo había vertido al respecto: “solo dais las temperaturas para las playitas”. En esta locura meteorológica hay que mostrarse comprensivo, puede resultar ilógico que se batan récords de calor y de frío simultáneamente. Me da más miedo que los medios no sepamos explicarnos bien. A veces leo titulares que huelen a farándula… y eso sí que me alarma.