Es pasado mediodía y en València se respira mucha vida. No sería nada extraño si no fuera por que hace apenas una semana todo lo que envolvía a zonas como la plaza de la Verge, el entorno del Mercado Central o el paseo marítimo era un silencio que solo rompía el murmullo de los paseantes parapetado por las mascarillas. Con la hostelería cerrada a cal y canto por las restricciones del Consell para bajar la curva de dramática tercera ola de la pandemia y el confinamiento perimetral durante cinco fines de semana, la ciudad perdía parte de una esencia que se puede decir que ayer empezó a recuperar.

Y es que aquellos puntos de concentración de terrazas de bares, cafeterías y restaurantes volvían a ser un hervidero de gente. La relajación de las normas por parte de la Generalitat incluía que la hostelería solo podía ofrecer servicio en las terrazas. No lucía el sol y el viento era más bien fresco, pero daba igual. La ciudad se echó a la calle. En muchos de los locales que han abierto, el lleno era absoluto y los camareros y camareras no daban abasto para atender a las decenas de clientes que pedían su comida o bebida. No había mesas libres.

Llenazo en el primer fin de semana con terrazas tras un mes de espera | EDUARDO RIPOLL

Ayer, a algunos de estos profesionales se les podía ver trabajar con entusiasmo. Es el caso de Marta, una joven camarera, que señalaba a Levante-EMV que «la gente se está portando genial, cumpliendo con las normas y con muchas ganas de comer y beber».

Porque València tiene muchas cosas y dos de ellas son una gran variedad gastronómica y gente con ganas de verse, de juntarse, hablar y saborearla. Eso sí, cumpliendo, como se podía comprobar de un primer vistazo, las medidas establecidas: un máximo de cuatro personas por mesa, metro y medio entre los módulos y mascarilla mientras no se consume.

Llenazo en el primer fin de semana con terrazas tras un mes de espera | J. M. LÓPEZ

Mario Serrano, un joven vecino de València que compartía mesa con otras tres personas, apuntaba, mientras daba buena cuenta de un bocata de embutido, que «hay incluso demasiado ambiente», aunque reconocía que se debe a que «la gente tenía ganas de salir y se ha echado a la calle». Una de las amigas, por su parte, señalaba que en el entorno en el que se mueve la situación ha sido parecida durante toda la semana: «En un bar cerca de mi trabajo hemos ido todos los días y las mesas estaban llenas desde primera hora hasta el cierre», indicaba.

Llenazo en el primer fin de semana con terrazas tras un mes de espera | J. M. LÓPEZ

«Los bares son la vida»

En la misma plaza del Mercado Central, Rosa y su pareja toman unas tapas de calamares a la romana «que nos servirán para almorzar y comer». La mujer dice que «teníamos muchas ganas de salir». Explica que lo solían hacer habitualmente con amigos, «aunque como somos más de cuatro hemos optado por venir a comprar al mercado y tomar unas tapas». Su acompañante, a la pregunta de si creen que había ganas de salir responde que «solo hay que ver cómo está esto», en referencia al lleno de la zona. «En València, las terrazas y los bares son la vida», añade Rosa.

Sobre las medidas anticovid, la mujer señala que «el 99 % cumple con todo, y quien no lo hace, las incumple con covid o sin covid». Antonio casi no puede detenerse ni a atender a este periódico. Es el dueño de uno de los establecimientos, que está a reventar de gente. «Tenemos muchos clientes y estamos muy agradecidos», dice. «Ahora podemos trabajar y estamos muy contentos». Y se va corriendo a atender a clientela que le reclama.

Este es el primer fin de semana que abren las terrazas de València tras el cierre decretado por el Consell a mediados del pasado mes de enero. Ha sido más de un mes sin trabajar unos, y sin salir otros, y a los valencianos y valencianas ya se les estaba haciendo largo. «Llevamos saliendo desde el primer día», explica Vicky, quien repara en que «parecen Fallas», por el ambiente que hay en las calles del centro. Otra joven sentada en la misma mesa recalca que «todos tenemos muy interiorizado el cumplimiento de medidas». Entre otro grupo de personas, Cristina, por su parte, lamenta que «durante los dos meses del cierre València estaba bastante muerta» por eso cree que la apertura «da bastante vida».

Llenazo en el primer fin de semana con terrazas tras un mes de espera | EDUARDO RIPOLL

Adaptarse a los horarios

Es pronto, sobre las 13 horas, pero son más los que están comiendo algo que los que simplemente toman alguna bebida. La normativa obliga a las terrazas a cerrar a las 18 horas. Por eso, los consumidores se adaptan y adelantan sus horarios. De ese modo, por una parte sacian sus ganas de ver a la gente a la que estiman, siempre que no sean más de cuatro, eso sí, y por otra ayudan a la economía, especialmente del sector de la hostelería que está viviendo un año muy duro y que ve en estas aperturas la oportunidad de remontar.

En La Marina el ambiente también se parecía al de cualquier día prepandemia, aunque con medidas de seguridad, por supuesto. El concierto de Delafé y The Tyets en la Pérgola congregó a una una importante cantidad de gente, manteniendo la distancia de seguridad y con mascarilla. Las terrazas de la zona presentaban buen aspecto, aunque sin el bullicio del centro de la ciudad.

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Terrazas de València en el primer fin de semana de apertura Eduardo RIpoll