Durante el pasado puente de San José volvió el crudo invierno al norte peninsular y al litoral mediterráneo, con nevadas de cierta importancia, coincidiendo con el inicio de la primavera astronómica (aunque ya sabemos que desde el punto de vista climático arrancó el 1 de marzo). En los últimos días tenemos una borrasca en las cercanías de Canarias, que impulsa aire cálido desde el norte de África y polvo en suspensión hacia la Península Ibérica. Hacia el miércoles podríamos hablar de temperaturas de más de 30 ºC en Andalucía o Extremadura, y más de 25 en bastantes zonas, incluyendo el norte, como consecuencia del efecto del sur. Curiosamente, en los destinos más concurridos de sol y playa es donde se espera una situación algo más revuelta: en Canarias por la cercanía de varias borrascas que se van a descolgar, y en el litoral mediterráneo por la persistencia del levante. Seguramente, muchas personas guardarán la ropa de invierno estos días, pero estamos en primavera y los cambios bruscos y repentinos están a la orden del día, y de hecho es uno de los clásicos de la Semana Santa, aunque en esta ocasión los meteorólogos no tendrán que soportar su particular “semana de pasión” como consecuencia de las restricciones de la pandemia. Este año el tiempo también quiere ser el protagonista para la recta final de la Semana Santa, ya que todo apunta que primero nos afectará una baja procedente del Atlántico, y que después podía llegar al aire ártico o polar, devolviendo a muchas zonas del país al invierno. No hay que olvidar que esta época la circulación del oeste deja paso a las ondulaciones de la corriente en chorro, responsable de estos cambios tan extremos del tiempo en poco tiempo. ¡Bienvenida, primavera!