A la cabeza en cuadros depresivos severos, en consumo diario de comida rápida y en la ingesta de medicamentos sin receta. La última Encuesta Europea de Salud correspondiente a 2020 traza una radiografía de los valencianos que poco tiene que ver con la imagen idílica de pueblo alegre, fiestero y seguidor incondicional de la dieta mediterránea que reside en el imaginario colectivo español. El año de la pandemia no ha dejado en pie ni los estereotipos, aunque las contradicciones asoman detrás de los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Prueba de ello es que, en plena crisis sanitaria, el 75,7 % de la población valenciana de más de 15 años considera que disfruta de un estado general de salud entre el notable y el sobresaliente. Un porcentaje cuatro puntos superior al registrado en la última Encuesta Europea de 2014 y equiparable al del conjunto de España. Eso sí, hay otras once autonomías cuyos habitantes se sienten más saludables. En la Comunitat Valenciana, las mujeres que perciben su estado de salud como «malo o muy malo» alcanzan el 9,39 %, dos puntos por encima de los hombres.

La cosa se complica cuando toca adentrarse en el pantanoso terreno de la salud mental. La última encuesta de 2020 estima que un 4 % de la población valenciana de más de 15 años presentaría un «cuadro depresivo mayor», un dato dos veces superior a la media española que, a su vez, supone un incremento de casos del 77 % respecto al anterior sondeo. Los trastornos severos del estado de ánimo también son sufridos en mayor proporción por las mujeres (el 4,87 %) que por los hombres (3,29 %).

El citado incremento no tendría porqué estar asociado a la pandemia: en el conjunto del país el mismo indicador bajó del 3,52 % al 2,46% en 2020. Otro 5,68 % de los valencianos experimentarían otros cuadros depresivos menos severos, según la encuesta. Sin embargo, solo un 5 % de la población valenciana está diagnosticada de esta patología, lo que demuestra que hay un alto volumen de casos que permanecen ocultos de cara a los profesionales. Aun así, las visitas a psicólogos crecieron un 41 % el año pasado.

Otro indicador preocupante es que un 7,42 % de los habitantes manifiesta un consumo diario de comida rápida -cifra que multiplica por tres a la de 2014 y muy superior también a la media española- mientras que un 7,83 % aseguran recurrir a este tipo de alimentación tres veces o más a la semana, especialmente los hombres.

En cambio, baja la ingesta diaria de verduras y hortalizas y, por suerte, también la de dulces, bebidas con azúcar y aperitivos. El porcentaje de valencianos que sufren sobrepeso (36,4 %) u obesidad (16,6 %) desciende un 3,5 % y se coloca por debajo de la media nacional. También cae un 7,5 %, hasta el 19,9 %, la población de más de 15 años que se declara fumadora diaria. Y quien fuma, fuma menos.

En el reverso de la moneda, la cifra de quienes beben alcohol casi a diario se ha multiplicado por seis en términos absolutos, por encima del resto de autonomías y hasta representar al 0,59 % de los encuestados. En cambio, los bebedores «de fin de semana» se han reducido a la mitad en el tiempo de la pandemia.

Más ejercicio

Como dato positivo, el número de personas instaladas en el sedentarismo (el 25%) ha descendido diez puntos respecto a 2014, al mismo tiempo que ha aumentado la frecuencia con la que los valencianos practican ejercicio: el 10,3 % desempeña algún tipo de actividad física en su tiempo libre entre 5 y 6 días a la semana, frente al 8,6% de hace siete años. Sin embargo, el porcentaje de valencianos que usan la bicicleta de forma cotidiana ha disminuido del 10,71 % de 2014 al 8,31 % de 2020.