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La derrota de la Moncloa da alas al PSOE de la periferia

El 4M evidencia que la corrupción del PP ya no lastra

Oltra, Puig y Martínez Dalmau, ayer en la sesión de control al Consell en las Corts. m.a.montesinos

La primera derrota importante del sanchismo en las urnas abre la puerta al PSOE de la periferia. Es la fortaleza del socialismo en estos momentos. Es el partido que cuenta con una implantación y vigor más homogéneos por toda España. El PP sale propulsado del 4M como el gran partido de Madrid, donde gobierna desde hace 26 años, superando crisis económicas y de reputación. El PSOE puede ser el gran partido federal. Es la lectura que realizan dirigentes valencianos tras lo sucedido en Madrid: profundizar en la apuesta federalista.

Es una lectura que sitúa en buena posición al secretario general del PSPV y jefe del Consell. Ximo Puig es uno de los principales valedores del discurso federal en el partido junto al ahora ministro de Política Territorial, Miquel Iceta, y la presidenta balear, Francina Armengol.

Las elecciones del pasado martes rompen la infalibilidad de la Moncloa, una sensación extendida entre la militancia socialistas después de los triunfos de Pedro Sánchez cuando parecía todo perdido para él. Desde esa posición derrotó internamente a Susana Díaz y por esa vía llegó a la presidencia del Gobierno tras la moción de censura que tumbó a Mariano Rajoy. Las encuestas no pintaban bien en Madrid, pero esta vez no ha habido sorpresa de último minuto. Al contrario, el resultado ha sido peor de lo esperado. Se trata de una experiencia nueva para un partido que se ha acostumbrado a salir victorioso de los duelos políticos en contra de agoreros. Cobran fuerza así las voces internas que plantean que Moncloa (es una manera benévola de decir Sánchez e Iván Redondo) ha de estar mejor conectada con Ferraz y la periferia. Y pieza principal en esa periferia anticentralista es Puig, el socialista que preside la principal autonomía.

Puig expresó ayer su preocupación por la política del «hooliganismo». «Me preocupa que se exhiba un nuevo centralismo reforzado», añadió.

La apuesta federal como estrategia de futuro frente a un PP que tiene grandes bastiones como Madrid y Galicia pero también lagunas territoriales enormes (Cataluña y País Vasco) es una de las secuelas que deja el éxito de Isabel Díaz Ayuso desde la óptica socialista valenciana.

Ni sombra de la corrupción

Otra es que la corrupción ya es historia. Al menos para los electores. Madrid ha sido uno de los focos de Gürtel, con el extesorero del PP Luis Bárcenas desfilando aún por los tribunales desgranando los misterios de la caja b de los populares. Pero si en las últimas convocatorias el partido de la derecha tradicional se resentía, el martes se catapultó hasta niveles de éxito olvidados de la mano de un rostro desvinculado del PP de antes (pese a los cargos secundarios que ocupó Díaz Ayuso) y con una propuesta anclada en los preceptos neoliberalistas de siempre del PP madrileño pero con un estilo emocional y fresco. La corrupción casi no se ha citado en los análisis sobre el triunfo. Es síntoma de que es factor amortizado.

Sin opción al bipartidismo

Los resultados son también un mensaje para los que alguna vez en la izquierda valenciana consideran próximo un regreso del bipartidismo. No parece. Unides Podem ha evidenciado que no está fuerte, pero Más Madrid, un partido surgido del embrión morado ha cogido el testigo y ha conseguido mejores resultados que cualquier otra fuerza alguna vez a la izquierda del PSOE madrileño.

Es posible que esa lección deje huella en las relaciones entre los partidos del Gobierno valenciano en los próximos meses. La recomposición del PP obliga al Botànic a un esfuerzo de cohesión o el viento de cola que sopla desde Madrid puede impulsar a la derecha valenciana y cambiar la tendencia de opinión actual sobre la gestión de la pandemia. A esa posibilidad va agarrarse un PP que renueva oferta.

Los socialistas valencianas salen de los comicios en Madrid asimismo con la lección aprendida sobre el destino de los hasta ahora votantes de Ciudadanos: la práctica totalidad vuelven al redil del PP. Bisagras, transversalidades y cambios (hipotéticos) de alianzas quedan atrás. El 4M consolida la España de bloques.

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