Las desigualdades son una de las principales lacras que asolan el planeta. Sólo el 10 % más rico de la población controla más riqueza que el 90 % restante. Se trata de unas cifras que, además, suelen cebarse con determinados colectivos y minorías y que, ahora, se han acentuado con los efectos socioeconómicos generados por la crisis de la covid. Por ello, las Naciones Unidas han hecho recientemente hincapié en reclamar a los Estados miembros que tomen medidas efectivas que ayuden a reducir esas diferencias para que, así, el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 10 de su Agenda 2030, «Reducción de las desigualdades», no se quede en papel mojado.

«La pandemia ha dejado patentes las brechas de desigualdad existentes», recalca Miguel Montagut, director de zona de Caixa Popular y responsable del proyecto «Sense barreres», durante el desayuno informativo celebrado el pasado jueves en las instalaciones del Club Diario Levante, y que puso sobre la mesa ese extra de dificultad que ha provocado la irrupción del virus en la lucha contra las desigualdades. La cita, moderada por el periodista de Levante-EMV Julio Monreal y enmarcada dentro de los desayunos informativos organizados por este diario en el marco de los ODS -con el patrocinio de Caixa Popular, Facsa y Valenciaport-, contó con la presencia del propio Miguel Montagut; Dolors Gimeno, diputada de Diversidad en la Diputación de València; Alicia Hervás, técnica de Lambda; Sheila Martín, trabajadora social y consejera territorial de la ONCE Comunitat Valenciana, así como responsable de la unidad de Educación, Empleo y Braille de la delegación; José Redondo, responsable del área de emprendimiento e innovación de Nova Feina; y Lina Soler, responsable de comunicación e incidencia social de Cocemfe CV.

"El 10% de la población tiene más de la mitad de la riqueza en España, según el último informe de Intermón Oxfam"

«El 10 % de la población tiene el 52 % de la riqueza en España, según los últimos datos de Intermón Oxfam», apuntó Dolors Gimeno, diputada de Diversidad, que quiso poner el énfasis en que esas desigualdades, además, afectan en mayor a medida a determinados colectivos. «En los últimos tiempos, dentro de las personas más vulnerables, las personas trans han sufrido mucho... o las mujeres que estaban encerradas en sus casas y no podían salir durante el confinamiento para poner una denuncia», señalaba Gimeno.

Precisamente, sobre las dificultades de las personas trans incidía también Alicia Hervás, técnica de Lambda y responsable del programa «Carmel» de inserción sociolaboral para personas trans. «La pandemia ha dejado ver más la situación problemática que tienen las personas trans», señalaba, al tiempo que apuntaba que muchas de ellas han perdido gran parte de sus ingresos a causa de las restricciones impuestas por el confinamiento.

"Hemos de conseguir que la gente tenga unos ingresos mínimos vitales que sean accesibles, pide José Redondo"

Asimismo, sobre la «ley trans» aprobada por el Consejo de Ministros este mismo verano, Hervás consideró que aunque «no es la solución por completo» a la problemática de las personas trans, sí que supone «el amparo legal necesario». «Cada vez hay más sensibilización, pero sin un amparo legal no es efectiva. Es el primer paso para llegar a la solución. El tejido social necesita el acompañamiento del amparo legal», reafirmó, si bien remarcó que la herramienta «básica» es la «sensibilización» de la sociedad: «Hay que abordarla de manera urgente. Es la base».

Personas con discapacidad

«Nuestros fundamentos son los valores del trabajo cooperativo, y la igualdad es uno de ellos», defendió Miguel Montagut, director de zona de Caixa Popular. «Con la pandemia se ha visto cómo colectivos, pequeños comercios y autónomos no tienen pulmón suficiente para un parón de la actividad como el que ha habido», destacó Montagut, que puso en valor el trabajo de la iniciativa «Sense barreres», en la que, según explicó, «se trata de integrar y ver cómo se puede hacer desde Caixa Popular para contribuir a la igualdad con las personas con discapacidad». Para ello, insistió, es necesario «buscar alianzas».

Entre ese colectivo se encuentran las personas con discapacidad visual que, tal como reconoce Sheila Martín, consejera territorial de la ONCE, han pasado por problemas severos por la crisis de la covid. Para empezar, «la pandemia ha influido mucho en la venta de boletos, que es lo que financia nuestra actividad», confiesa Martín, que recordó, por ejemplo, las dificultades que tenían para acceder a la compra por internet ya que no podían salir de casa. A su vez, insistió en los problemas habituales con que se encuentran de cara a su inserción laboral como la imposibilidad de conducir un vehículo y desplazarse a un polígono, entre otros, al tiempo que reclamó fomentar la sensibilización: «para cambiar la perspectiva hay que incidir mucho en la formación» de la población en general. Asimismo, apeló a «un mayor reconocimiento de la figura del asistente personal, que ayuda a la independencia de las personas con discapacidad».

Sin salir de este mismo ámbito de la discapacidad, Lina Soler, responsable de comunicación e incidencia social en la Comunitat Valenciana de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE), apuntó que las personas con discapacidad son «un 10 % de la población de la Comunitat Valenciana, y únicamente una de cada tres de esas personas en activo tiene un puesto de empleo». «Hemos de quitarnos de la cabeza que un trabajador con discapacidad sea un problema», reclamó.

Al mismo tiempo, Soler recordó que «una de cada tres personas con discapacidad se encuentra en situación de pobreza o en riesgo de exclusión social». Además, lamentó que en el último año, las personas con discapacidad «han visto cuestionado su derecho a la sanidad pública universal con los cribados en residencias o las atenciones que se han dejado de lado por la prioridad de la covid». «A todos nos han afectado, pero a las personas con discapacidad en mayor medida porque sus necesidades son mayores», añadió.

«Es completamente estratégico abordar la discapacidad porque acaba siendo un tema de pobreza y falta de ingresos», valoró Soler, que apreció la necesidad de un «diálogo social con las administraciones, los agentes sociales y los medios de comunicación para dar ideas», así como de «incorporar la innovación e implantar más acciones que den respuestas a las necesidades de las personas con discapacidad». Uno de los aspectos fundamentales a tratar, según Soler, es también el de la sensibilización: «hay que romper las barreras artificiales, como los prejuicios que tenemos en la cabeza, para no considerar la discapacidad en sí como un problema».

Consciencia de la «vulnerabilidad»

Ante todas estas dificultades planteadas por la pandemia, José Redondo, responsable de emprendimiento e innovación de Nova Feina, pide también «sacar aprendizajes y una lectura positiva». ¿Cuál? Ser conscientes de nuestra «vulnerabilidad». «Nos pensamos que esto no nos afecta. Mucha gente no se reconoce en esa situación de vulnerabilidad o exclusión social... Uno de cada tres valencianos está en esa situación, y la mitad de los hogares monoparentales... En cualquier momento podemos caer en esa situación», aseguró. «Y las respuestas a este reto vienen de la propia comunidad», agregó. «Todas estas crisis afloran las desigualdades. Tenemos una gran riqueza muy mal distribuida. Ni siquiera tener un trabajo te garantiza salir de la pobreza. Hemos de conseguir que la gente tenga unos ingresos mínimos vitales que sean accesibles», resumió.

En sentido similar se pronunció Soler, que reivindicó la importancia de «tomar conciencia de que en realidad somos interdependientes». «Hemos de darnos cuenta de que la cooperación funciona mucho mejor que la competición», valoró.

«Confío en que la pandemia haya dejado aprendizajes, aunque es verdad que la sociedad en que vivimos tiene poca memoria», apreció Montagut. «Debemos tener en mente cómo afecta nuestra actividad a la sociedad en que nos encontramos. Las administraciones públicas tienen una responsabilidad final, pero las empresas y la sociedad civil deben tener sensibilidad para dar pasos adelante», advirtió.

«No hay dinero suficiente para hacerse cargo de todas las cuestiones básicas de la ciudadanía», reconoció la diputada Dolors Gimeno, si bien defendió que la Comunitat Valenciana es una de las comunidades autónomas «donde los servicios sociales están más garantizados». «La pandemia ha evidenciado una situación en que no podíamos llegar a todo; nos ha sacudido y nos ha hecho ver que había necesidades que no estaban cubiertas, y que han supuesto un sobrecoste todavía mayor para esas personas», volvió a incidir Gimeno.

«Hemos visto muchos avances, pero toda esta situación ha dejado claro que no podemos parar», culminó Soler a modo de conclusión.

La hiperconexión: ¿obstáculo u oportunidad?

Los teléfonos móviles se han convertido prácticamente en un apéndice de nuestros cuerpos. El número de veces que lo consultamos al día es incontable. Ofrecen numerosas ventajas para contactar con gente que está lejos, pero a la vez se convierten en elementos que nos aíslan de nuestro entorno inmediato. En ese paradigma, ¿esta hiperconectividad es una oportunidad o un obstáculo en la lucha contra las desigualdades? 

«Se ha de ver como una oportunidad», aporta al debate Dolors Gimeno. «Está claro que el abuso de cualquier cosa es nocivo, pero bien empleado aporta aspectos positivos», insiste aunque, eso sí, admite «preocupación por los discursos de odio» que se difunden en las redes sociales: «Aumentan las desigualdades y muchas veces hay quien aprovecha para culpar a quien no solo no tiene la culpa, sino que es víctima».

Menos optimista se muestra Alicia Hervás: «Nos facilitan tareas de la vida diaria, pero nos alejan y aíslan de nuestro tejido comunitario». Por ello, asegura que en Lambda buscan «hacer las actividades lo más presenciales posibles».  

De forma similar se manifiesta Miguel Montagut: «Hay que fomentar el pensamiento crítico y ver qué se puede hacer en nuestro entorno, y no dejarnos llevar por unos tuits que tienen gran capacidad para generar odio». 

«Hace falta mucha pedagogía y conocimiento, sobre todo entre los jóvenes», remarca José Redondo.