El anuncio lo hizo el martes el president Ximo Puig: el lunes los centros de salud volverán a ser 100% presenciales. De la promesa a los hechos, sin embargo, hay un trecho y muchas dudas, sobre todo de cómo se va a compaginar una vuelta a la normalidad —con agendas llenas y, por tanto, salas de esperas llenas— con garantizar que los centros siguen siendo de salud y no un foco de contagio de covid.

Tantas dudas ha generado este paso que, pese a que los responsables de los departamentos se reunieron con la Dirección General de Asistencia Sanitaria (que ocupa Amparo García Layunta), desde allí se han tenido que hacer puntualizaciones después: las visitas serán presenciales al 100 % y las consultas telefónicas se reservan para hacer seguimiento tras un primer encuentro (en el que solo recibir resultados de una prueba, por ejemplo) o para diversos trámites administrativos. Para el resto, facultativo y paciente deben volver a verse las caras.

El cómo hacerlo bien y de forma segura ha generado más dudas. Así, desde Sanidad han pedido que ya no haya nadie en el acceso para decidir si se entra o no (triaje al acceso) pero sí se debe controlar quién entra al centro con síntomas respiratorios para separarlo del resto e incluirlo en un circuito covid-19 que dé seguridad al resto. Un doble circuito que se impuso al principio de la pandemia para garantizar zonas limpias y «sucias» y que obligó a cerrar los consultorios más pequeños en lo peor de la crisis sanitaria al no haber espacio.

Sindicatos y sociedades científicas se quejaban ayer, precisamente, de la ambigüedad de estas instrucciones. «Deberían de establecer una guía para todos», apuntaba la secretaria autonómica de la federación de Salud de CC OO, Rosa Atiénzar, a la que le preocupaba, en especial, que no se mantenga el mensaje de «quédese en su casa si tiene síntomas compatibles y llame».

Para la presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria (Svmfyc), María Ángeles Medina, esto era un «claro paso atrás, ahora que hemos conseguido que los pacientes lo interiorizaran». Además, para Medina, se necesita más claridad en cómo se hará el control de acceso covid/no covid.

«No podemos confiar en que los pacientes lo vayan a notificar porque muchos no lo hacen y se nos pueden colar ‘hasta la cocina’. No podemos convertir el centro de salud en foco de contagio», añadió.

Desde el sindicato médico CESM, su delegado de València, Jesús Gil Pinilla, insistía también en mantener este doble circuito pero advertía de que, a mismo espacio, se iban a volver «a repetir las colas». «Si la gran mayoría de personas vuelven a las salas de espera, hay que mantener un aforo y no van a caber todas. Se van a volver a repetir las colas a la puerta del centro de salud», explicó. Gil Pinilla pedía también, unidad de criterios, «porque aquí cada departamento es un reino de taifas», criticó.

Desde Comisiones Obreras, Atiénzar insistía en esta falta de espacio pero también de recursos humanos. «Me preocupa que el lunes vuelva la saturación porque esta vuelta a la normalidad, no es volver a lo de antes. Es volver a las visitas de antes, a esas agendas llenas pero con covid y los refuerzos de vacaciones terminaron su trabajo ayer y no se ha previsto nada más», criticaba.

Impacto psicológico

El 60% de los profesionales sanitarios sufrió trastornos mentales durante la pandemia y más de la mitad no se ha recuperado año y medio después. Es una de las «preocupantes » conclusiones de los estudios sobre el impacto psicológico de la pandemia en los profesionales sanitarios que ayer presentó el presidente del Consejo de Enfermería de la C. Valenciana, Juan José Tirado, durante el IV Congreso de Derecho Sanitario. En esta mesa, la doctora Isabel Moya, vicepresidenta primera de la OMC y que ha recibido el primer premio Derecho Sanitario, aseguró que un estudio de la organización médica apuntaba a que «un 20 % de los médicos se han planteado adelantar la jubilación y un 34 % han pensado en dejarlo».